lunes, 30 de enero de 2012

Capítulo 6

-Es ella, os dije que lo era.- Exclama Adrián emocionado nada más ver a sus amigos.
-¿Has podido enseñarle algo?- Se apresura a preguntar Helena.
-No, ha salido la luna. Sabéis que es peligroso y más ahora...- Responde bajando la mirada, espera las mil y una preguntas de sus compañeros y sin embargo obtiene una que de ningún modo creía poder oír.
-¿Y no será, simplemente, una más del clan del agua y no la elegida?- Comenta Aarón.
-Eso es imposible.- La voz de Éleon suena seria y contundente.- Nunca ha habido más de una persona del mismo clan al mismo tiempo.
-Siempre hay excepciones.- Helena deja que la duda aflore en los corazones de todos ellos, salvo en el de Adrián que está completamente seguro de que se trata de ella y de nadie más.
-Vosotros no lo visteis, no lo sentisteis. Era ella, es ella. Estoy seguro, confiad en mí. Mañana Éleon la llevará a la colina, donde más fuerte sopla el viento y verás que no miento.
-Está bien, pero antes quiero oír que ha pasado esta tarde, con todo detalle.- Mientras dice esto, Éleon, toma asiento.
-La llevé al bosque, al lago, pero de camino se detuvo, quería saber que pasaba y le dije que si todo salía bien se lo contaría pero que no podía hacerlo si no demostraba primero unas cuantas cosas. Se extrañó bastante pero conseguí que fuese a la laguna y se acercase al agua. Al principio la reacción del agua fue tranquila, apenas unas ondas y un sentimiento en mi interior,- Adrián se detiene un momento y traga saliva, no sabe muy bien si podrá explicar todo lo que pasó.- pero después el agua... la envolvió. Una especie de brazo salió del agua y la agarró, con extremada delicadeza y Gabi no se alarmó, se dejó llevar hasta el centro del lago y allí la mano la soltó, pero no se precipitó. Se quedó flotando en medio de la laguna, tranquila, segura, sonriendo. Parecía que llevase en el clan toda una vida. Alzó los brazos y el agua se levantó, la rodeaba y ella seguía inmóvil, en completa calma y armonía con el agua.- Vuelve a parar un instante y con una sonrisilla consigue terminar su relato.- Fue impresionante, es ella. Gabriela es la elegida.
-¿Le contaste por qué la llevaste a ese lugar?- Pregunta Helena.
-No pude, el agua la trajo de vuelta y se desmayó en mis brazos, al despertar no recordaba nada.- Dice algo entristecido
-Así es mejor, créeme.-Dice la chica con alivio.
-Oye, antes has dicho que era peligroso y que ahora más, ¿a qué te referías?- Pregunta Aarón intrigado y a la vez asustado.
-Marcus.- Ese simple nombre es suficiente para aterrorizarlos y Adrián lo sabe.
Ninguno responde, ninguno se mueve pero al cabo de unos segundos Helena se atreve a romper el silencio. Se levanta y con sonoras pisadas recorre el pasillo de la casa de Aarón, la conoce como si fuese suya y es que técnicamente vive con él. Llega a la habitación del fondo del pasillo, esa que no se utiliza, avanza hasta el armario del fondo y rebusca en el último cajón, en lo más profundo, bajo el doble fondo y rescata del polvo su pequeño tesoro. El libro, el manuscrito que ha pasado de un clan a otro, de una generación a otra hasta llegar a su poder. Esos pergaminos contienen los secretos de los clanes, los escribieron los más antiguos miembros de los mismos y con el paso del tiempo y las batallas se perdieron hasta que en algún punto de la edad media Marcus y su equipo dieron con ellos.
En ellos se explicaba con todo detalle como llegar a controlar por completo los dones que les habían sido otorgados, incluido Luz de Luna, pero su poder era tal que cuando Marcus encontró los manuscritos no pudo resistirse e intentó robarlos, su equipo consiguió encerrarlo en una prisión de fuego, agua, aire y tierra pero sabían que un día despertaría y no tuvieron más remedio que destruir las páginas de Luz de Luna que no pudo leer, en su lugar dejaron una advertencia y unas instrucciones para crear de nuevo esa cárcel utilizando, esta vez, Luz de Luna esperando que lo retenga una eternidad. Pero sin las páginas y sin un maestro entrenar a una nueva elegida para que sea capaz de vencer a Marcus será una tarea imposible, sin embargo Helena, Aarón, Éleon y Adrián no dejarán de intentarlo y desde luego no se rendirán ante Marcus.
-Debemos ponernos en marcha, Éleon ven conmigo, vamos a visitar a la elegida. Hay que contárselo todo y empezar a entrenarla. Tengo el libro, siento no haberlo dicho antes.- Dice Helena nada más llegar de nuevo a la habitación de Aarón.
-Deberías habernos informado.- Dice Éleon muy serio.
-Lo sé pero no hay tiempo para disputas.
Éleon asiente y ambos se marchan por la puerta. Serios, preocupados, sin mediar palabra. Saben lo importante que es que todo salga a la perfección.
Cuando se escucha el ruido de la puerta cerrándose Adrián se acerca a Aarón, está nervioso, casi asustado pero no es por Marcus, es por algo relacionado con el corazón.
-Aarón... ¿tu y yo somo amigos? Es decir, ¿podemos contarnos secretos?
-Pues claro, puedes contarme cualquier cosa.
-No estoy muy seguro pero... creo que me está empezando a gustar un poco Gabriela.- Dice bajando la cabeza algo avergonzado, sabe que no debería sentir nada por ella.
-Eres del clan del agua, ella es la elegida y Marcus... Sabes cual es tu destino.
-Por un momento quisiera olvidarlo y ser feliz. Tu tienes a Helena y ambos sabéis lo que va a pasar y sin embargo... seguís juntos.
-Eso es distinto, tu tienes que morir por ella y si Gabriela sintiese algo por ti lo intentaría evitar. Sabes que no está bien, lo siento.
-Tienes razón, no me debería haber ilusionado.
Se levanta y se marcha, con los ojos algo mojados y aunque intente que Aarón no se dé cuenta no puede evitar que sus poderes se descontrolen y comience a granizar fuertemente. Las palabras de Aarón le han hecho mucho daño, sobre todo porque sabe que son ciertas.

martes, 24 de enero de 2012

Capitulo 5

Está indecisa, ¿debe ponerse pendientes? Y en caso de que la respuesta sea un sí ¿largos o cortos? ¿De qué color? ¿Con que forma? Y tan solo son los pendientes... Afortunadamente no han quedado hasta las cinco y aun le queda una media hora. Lleva encerrada en su habitación desde que terminó de comer. Pero esta vez no es como las demás, no se ha encerrado para olvidarse del mundo sino para vestirse para salir, algo que a las demás madres quizá no gustase demasiado pero a la madre de Gabi, que su hija salga es algo que no le molesta, más bien la agrada.
Al fin a terminado de vestirse, un jersey blanco que deja sus hombros al aire, unos vaqueros y unas botas marrones. Ha optado por ponerse algo sencillo pero a la vez elegante, no cree que lo mejor sea ponerse un vestido como le hubiese gustado, según tiene entendido van a algún lugar del bosque.

Baja las escaleras a toda prisa, tan solo quedan unos minutos para que el reloj dé las cinco y ha de esperar a Adrián en el porche de su casa. Hoy no llueve y a pesar de eso el sol no brilla como solía hacerlo, hay que tener en cuenta que están en pleno diciembre y como mucho al sol le quedan dos horas para esconderse por completo y dejar paso a la luna. Una sombra parece salir del bosque, sabe que será él, ¿quién si no? Avanza a su encuentro, conforme se acerca la sombra comienza a tomar forma. No es Adrián, es algo mayor que él y tiene el pelo largo y rubio, de un rubio tan claro que se puede confundir fácilmente con el blanco, sus ojos son negros, con un iris algo más grande de lo común, dando la sensación de que sus ojos carecen de blanco alguno, como si dos pozos negros y profundos se tratase. La extraña figura permanece inmóvil y Gabriela sigue acercándose, ahora puede distinguir también su ropa, una larga capa negra con bordados rojos y dorados que lo cubre casi por completo y que se mece al son del viento. Por fin Gabriela se detiene, extrañada por aquel siniestro hombre que permanece completamente quieto en su jardín y que parece dibujar una sonrisilla en su rostro, algo que causa una sensación de inseguridad y miedo a Gabriela, todo lo contrario que cuando está con Adrián y sus amigos. La figura tenebrosa desaparece un instante para, ante el asombro de Gabi, reaparecer justo delante de ella. Con mucha cautela la sombra se agacha y susurra algo al oído a la chica.
-Dile a tus amigos que he vuelto, se les ha acabado el tiempo.- Cuando termina de decir esto el extraño muchacho se da la vuelta y se desvanece, al igual que apareció, entre los árboles y las sombras del bosque.
Sin moverse se lleva las manos a los ojos y los restriega con fuerza, no puede creer nada de lo que le está pasando. El viento mueve su pelo con fuerza  una gotita cae sobre su nariz. Sin saber muy bien porque se gira sonriendo y su mirada se cruza con la de Adrián.
-Hola Gabi, siento llegar tarde.
-No pasa nada apenas han sido unos minutos.
-Bueno... 15 minutos.
-¿¡15!?- dice Gabriela sorprendida.-Por cierto, me ha pasado algo muy raro.
Mientras se adentran en el bosque, entre risas y más risas sin motivo aparente, Gabi le cuenta a Adrián como aquella siniestra sombra salió del bosque, como le sonrió y le dijo que el tiempo se había acabado. Cuando Gabriela se calla Adrián para en seco, en medio de una ligera colina.
-Hay que darse prisa.-Dice muy serio.
Arranca de nuevo la marcha pero esta vez es ella quien se detiene agarrándolo del brazo para que él también pare.
-No entiendo nada y no pienso hacer nada ni mucho menos ir a ningún sitio sin antes saber que está pasando y si tiene que ver conmigo.
Adrián suspira, traga saliva y la mira a los ojos pero no puede sostenerle la mirada, se siente mal por no poder contárselo.
-Es demasiado complicado...-Dice mirando hacia el suelo, pero ella coloca sus dedos en la barbilla de Adrián y hace que la levante.
-Nada es demasiado complicado, somos nosotros los que no somos suficientemente valientes.-Dice Gabriela mirándolo a los ojos.
-Mira, si esta tarde sale bien te lo contaré todo, ¿de acuerdo?
Gabriela asiente y emprenden de nuevo el camino hacia el pequeño lago en lo alto de la colina.
Cuando consiguen alcanzar la cima el paisaje maravilla a la chica, un precioso remanso de paz, escondido por los árboles está el manantial de agua cristalina del que le habían hablado, los últimos rayos de sol que lo bañan lo hacen mágico.
-Adrián, esto es precioso.
El chico no responde se limita a hacer un señal a la chica para que avance hasta el borde de la laguna. Gabi obedece. Cuando se acerca la luz reflejada en el agua parece cambiar, pero no es nada que haya hecho ella, simplemente el sol ha decidido ocultarse tras los árboles. Gabriela sigue avanzando, una pequeña onda recorre el agua. Adrián observa en completo silencio como Gabi se acerca lentamente al lago. Por fin llega a la altura del agua y entonces se agacha, se ve reflejada en el agua y sonríe. Lentamente introduce su mano en el agua y siente el tacto frío y luego cálido de la misma. Aunque ella permanece completamente ajena a lo que está pasando Adrián es consciente de todo, y ve como el agua comienza a avanzar, lo nota, pues él pertenece al clan del agua y el hielo y sabe reconocer los caprichos del agua, sus antojos y sus elegidos.

lunes, 16 de enero de 2012

Capítulo 4

La taza de chocolate tiembla entre sus manos, le duele la cabeza. Todavía tiene sueño, ha pasado una mala noche. Ese extraño sueño la asaltó en medio de la noche y después no se desvaneció. Aun lo recuerda con claridad.
Cierra los ojos y puede verlo todo de nuevo; sus compañeros de clase, el patio del instituto, el cielo despejado y esa luz. Se ve a sí misma avanzando hacia ella, y a unos pocos chicos intentando rescatarla sin éxito, se ve alcanzándola, casi podía tocarla con las puntas de los dedos, aquella extraña luz. A partir de aquí todo está borroso pero aun así puede verse atrapando esa luz entre sus brazos y estrechándola contra su pecho. Todavía puede sentir el calor de aquella aurora, como la envolvía y la hacía flotar ¿volaba? Juraría que sí.


Un ruido la hace volver, su taza se ha caído al suelo. Los crístales chocan contra las baldosas, algunos de ellos rebotan, pero ninguno alcanza a Gabriela, otros simplemente se rompen en más pedazos. Gabi mira a su derecha y allí está el líquido que contenía la taza flotando a su lado. Se sobresalta y aparta la vista, quiere estar soñando, acto seguido el chocolate cae al suelo. Ella lo mira sin demasiado interés, ya le había pasado antes, le han pasado muchas cosas extrañas y las odia. Odia ser diferente y tener que esconderse, odia saber que si la descubriesen serviría de conejillo de indias y sobre todo odia no poder enamorarse.


Llaman a la puerta, Gabriela mira la hora, aun son las diez y media, duda que sean Adrián y sus amigos pero de todos modos antes de abrir pasa al baño y se arregla el pelo y la ropa. Repite en su mente una y otra vez la palabra "calma", no quiere que el incidente del chocolate se repita con público, y por fin abre la puerta. Adrián la saluda y hace ademán de entrar, Gabi se retira un poco y dejar pasar a Adrián y a sus amigos, que parecen estudiarla con la mirada, algo que la incomoda bastante. Suben las escaleras en completo silencio, un silencio muy incómodo y llegan a la habitación de Gabriela.
-Bueno dejad que os presente.- Dice Adrián intentando romper el hielo.- Chicos, esta es Gabriela. Y Gabi estos son: Aarón, Éleon y Helena.- Mientras dice cada nombre señala a su dueño.
Éleon se coloca frente a Gabriela.
-Encantado, soy Éleon- Dice el muchacho tendiéndole la mano para que se la estreche.
-Yo soy Gabriela. Perdona por la pregunta pero ¿he oído bien?- Pregunta Gabriela extrañada por el nombre del joven.
-Sí, es lo que pasa cuando tus padres quieren innovar- comenta con cierto tono sarcástico.
Este último comentario hace reír a Gabi y rompe un poco la tensión y los nervios que se respiran en el ambiente.
-Yo soy Helena y este es Aarón, mi novio.
De nuevo Gabriela estrecha las manos de los chicos. Aunque esta vez no hay risas, la mirada de Helena, de hielo, parece atravesarla y adentrarse en su interior, como si la estuviese juzgando.
-¿Te podemos hacer unas preguntas?- Se apresura a saber Adrián.
-¿Qué es esto, un interrogatorio?- Dice Gabriela riendo. Pero las caras serias de los demás la hacen parar de reír para contestar esta vez de manera seria.- Claro.
Helena toma aire y mira a sus amigos, estos asienten al paso de su mirada.
-¿Te ha pasado algo raro o fuera de lo común últimamente?- Pregunta Helena.
-No...- Dice ella, no muy convencida y algo desconcertada.
-Esto es muy serio, dinos la verdad.- Dice Adrián acercándose a Gabriela. Cuando está lo suficientemente cerca le toma las manos y vuelve a hablar, esta vez en un tono que solo ellos pueden escuchar.- Gabi, puedes confiar en mí, te lo prometo.
Gabriela traga saliva y todavía no muy convencida narra los extraños sueños que la asaltan noche tras noche y la sensación que la invade cuando está cerca del agua, esa sensación de comodidad y bienestar. Los demás escuchan atentos y cuando Gabi termina de contar su historia se disculpan y se retiran al salón para hablar sin que ella los oiga. Mientras en su habitación Gabriela da vueltas de un lado para otro; nerviosa, sin saber exactamente por qué. Oye palabras sueltas pero no consigue  entender de que hablan.

-Os lo dije, es ella.- Dice Adrián victorioso.
-Yo no estoy tan segura, creo que todavía no debemos decírselo.- Comenta Helena.
-Pero debemos entrenarla, tú misma lo dijiste.- Añade Éleon.
-La entrenaremos sin que ella se de cuenta.- La nueva intervención de Helena hace pensar a sus amigos.
-¿Cómo?- La pregunta de Aarón, aunque obvia, sobresalta a Helena que estaba pensando en otra cosa.
-Adrián, esta misma tarde la llevarás a nadar y comprobarás la reacción del agua cuando ella la toque, después tendrás que apañártelas para enseñarle a tener control sobre ella sin que sospeche nada.- Adrián asiente cuando Helena termina de hablar.- Éleon, tú irás con ella a la colina y, al igual que Adrián, tienes que fijarte en la reacción del viento.- Éleon levanta su mano y poniendo su pulgar hacia arriba hace el gesto de OK.- Aarón, cielo, tu deberás llevarla al bosque, irás con ella a plantar flores y a regarlas cada día, veremos que les pasa a estas flores.-Aarón, se acerca a ella y le da un beso en la frente en señal de afirmación.- Y por último yo la llevaré a las hogueras de la playa. Recordad: no puede sospechar nada.
Todos asienten y vuelven a la habitación de Gabi, donde ella sigue dando vueltas. Cuando la puerta se abre, Gabriela se aproxima a ellos y pregunta el por qué de su charla. Ninguno de los chicos se aventura a responder y Gabriela comprende que es algo que no debe saber.
-No podemos responder, de momento.- Señala Adrián poco convencido. Sin embargo ella asiente y eso le da fuerzas para continuar con lo que ha de decir.-¿Vendrías conmigo esta tarde? Te llevaré a un lugar precioso que debes conocer si vas a vivir en este pueblo.
Sonriendo Gabriela acepta y todos se despiden, hasta esa misma tarde, una tarde peculiar y extraña, pero eso, Gabriela, todavía no puede saberlo.

viernes, 6 de enero de 2012

Capítulo 3

Da vueltas por su habitación. Los llamó hace un rato, estarán al llegar. Está muy nervioso, todavía no sabe cómo les va a contar lo que ha pasado. Suena el timbre. Sale corriendo de su cuarto y mientras corre grita "ya abro yo". Sabe que será uno de sus amigos. Llega hasta el recibidor en cuestión de segundos, se planta frente al espejo de al lado de la puerta y se peina un poco, se ha despeinado a causa de la carrera, respira hondo y abre la puerta. Ante él se encuentra Éleon de pie.
-Hola Éleon.- Dice Adrián algo sofocado.
-Hola, ¿qué es eso tan importante que me tienes que contar?- Dice Éleon al tiempo que entra en la casa y pone rumbo a la habitación de su amigo.
-Mejor espero a que estemos todos.- Responde él.
Camina detrás de su amigo hasta llegar a su habitación, allí se sientan, Adrián en la cama y Éleon en la silla del escritorio. Ninguno dice nada, esperan que los demás lleguen pronto.
Adrián no puede dejar de pensar en ella, y en todo lo que ha pasado apenas unos minutos atrás. ¿Será ella? Quiere que así sea, aunque cuando lo piensa detenidamente no sabe si que sea Gabriela la elegida es algo demasiado bueno. En su camino habrá muchos peligros y no quiere que a Gabi le pase nada, ¿le gusta aquella chica? Si es sincero consigo mismo no lo sabe, no sabe si siente algo por ella o simplemente le cae bien y eso es algo que va a averiguar.

El timbre lo despierta y lo trae de vuelta a la tierra. Esta vez no corre, camina con total tranquilidad hasta la puerta y la abre. Aarón y Helena están al otro lado riendo. Aarón la rodea con el brazo. Cuando se conocieron parecía que se matarían el uno al otro antes de luchar la batalla que están predestinados a perder. Y sin embargo ahora son novios y parece que están muy enamorados, algo muy raro en Aarón, que nunca a salido más de unas pocas semanas con la misma chica.
-Pasad.-Dice Adrián.
Ellos pasan y se dirigen a su habitación, donde los espera Éleon. Se sientan en la cama junto a su amigo y miran a Adrián que pasea de un lado a otro de la estancia. Están ansiosos por oír la "gran noticia" que les ha prometido Adrián.
-La he encontrado, a la elegida.- Dice mirando a sus amigos, en su mirada se puede palpar la emoción, en cambio en la de Aarón, Helena y Éleon el sentimiento que reina es el desconcierto.
-¿Estás seguro?- Pregunta Helena que no termina de creerse la noticia.
Adrián asiente.
-¿Quién es?- Dice Éleon con curiosidad. -¿La conocemos?
-No, es una chica nueva. Sé que es ella.
-¿Por qué estás tan seguro?- Pregunta Aarón que al igual que Helena no puede dar crédito a lo que oye.
Adrián narra los sucesos de ese mismo día, mañana y tarde. Pero se guarda para él un pequeño detalle, el beso que le pidió, aunque fue una prueba más sus compañeros no le creerían y su credibilidad y la identidad de la elegida quedarían en entredicho.
-He quedado mañana con ella y quiero que la conozcáis.- Termina diciendo Adrián.
-Por mi bien, así le haremos las pruebas, hay que estar seguros.- Dice Aarón y sus compañeros asienten.
-Solo una cosa, ella no lo sabe. Simplemente cree que es rara y no sabe cuanto.- Aclara Adrián.
La cara de sus compañeros cambia por completo. Se enfrentan a un desafío, entrenar en las artes de la magia a una chica que ni siquiera sabe de lo que es capaz, a una chica que algún día tendrá que salvar la raza humana, a una chica por la que morirán y ella desconoce el poder que tiene. Un verdadero desafío.
-¡No hay tiempo para tonterías! ¡No podemos prepararla, no tenemos tiempo! Adrián, ¿es qué no lo entiendes? Debe estar lista para cuando... despierte y eso puede pasar en cualquier momento.- Replica Helena visiblemente irritada y angustiada.
-¡Pues empecemos ya! Estoy seguro de que es ella.- Contesta Adrián.
Helena no parece muy convencida, opina que sería mejor librar la batalla por su cuenta. No va a morir tan solo porque un libro, que escribió alguien hace mucho tiempo, lo diga. Tras muchos intentos consiguen convencerla y trazan un plan de entrenamiento, uno parecido al que ellos mismos siguieron de niños. Cada uno se ocupará de un campo, Éleon: el viento, Helena: el fuego, Aarón: la tierra y Adrián: el agua.
Pero el círculo no está completo falta la Luz de Luna. El maestro que los entrenó murió hace algunos años y con él este extraño don pues él era el único capaz de dominar este arte. Un don peligroso si no se controla, pero el más poderoso de todos. Las dos caras de este poder son totalmente opuestas, al igual que las caras de la luna, por eso su nombre. Una de las caras, resplandeciente, representa el bien, mientras que la otra, oscura y fría, el mal. El poseedor de este don está predestinado a vencer al mal, aunque a un precio muy alto, las vidas de sus compañeros y quizás la suya.
-Tenemos un problema, ¿quién la adiestrará en el arte de la Luz de Luna?- Dice Aarón.
Se miran unos a otros, están pensativos. Habían pensado en eso pero ninguno quería preguntarlo por miedo a la respuesta. A que no la haya, más bien.
-Tendrá que ser ella misma, ella misma será su maestra. Aprenderá por su cuenta.- La voz de Éleon los saca de sus pensamientos.
-No creo que sea una buena idea.- Interrumpe Helena.
-Pero es nuestra única idea. Si no domina ese don, su don, nos será imposible ganar.- Adrián habla convencido de sus palabras y es que sin ese don les será imposible vencer.

lunes, 2 de enero de 2012

Capítulo 2

Termina de comer deprisa y sube corriendo a su habitación, ya ha dejado de llover. Se tira sobre la cama pero enseguida se levanta. Ha dejado parte del colchón mojado. Mira la cama y resopla. Se dirige al cuarto de baño y coge su secador de pelo, espera poder secar las sábanas antes de que su madre las vea y de paso también se secará el pelo para poder tumbarse. 
Suena su teléfono, ¿será aquel chico?¿Cómo se llamaba? Adrián. Quiere creer que sí, el número no está en su lista de contactos, esto le da esperanza y más motivos para creer que será él. Suspira y descuelga con una enorme sonrisa e intentando aparentar tranquilidad.
-Hola. -Dice con una voz algo más temblorosa de lo que intentaba aparentar.
-Hola, -Responde Adrián con un tono muy amable y alegre.- he estado pensando en esta mañana y querría conocerte algo más. Y quiero que conozcas a unos amigos míos.
-¿Quieres que conozca a tus amigos? -Pregunta ella asombrada.- Si apenas te conozco a ti.
-Por eso quiero que nos conozcamos, quedamos mañana ¿vale?
-De acuerdo.
Se despiden y cuelgan, todavía le tiembla la voz al pensar en él. No es que le guste pero siente que ya lo conocía, cuando lo mira a los ojos parece poder verle el alma y sabe que es el destino el que los ha unido por algún motivo.


Se tumba en su cama y cierra los ojos. Como tantas y tantas veces atrás un millar de imágenes la asaltan, son pequeños destellos del pasado. Su pasado. Aunque no sabría decir si se trata de realidad o ficción. Se concentra, aprieta los ojos e intenta ordenar esas imágenes en su mente...


Era junio y el sol brillaba, cientos de chicos y chicas inundaban los pasillos del instituto. Todos se dirigían al recreo, un remanso de paz a media mañana. Las voces se ahogaban entre el barullo de la multitud. La gente se agolpaba en las puertas de la cafetería. Ella prefería salir fuera, al patio del edificio. Allí no había tanta gente como en los pasillos, pero algo sucedió. Una luz, apareció una luz en el cielo. Todo el mundo se alejó, intentaban huir pero un soplo de viento cerró las puertas. Ya no había risas en el aire, todo eran llantos, gritos o voces desconcertadas. Pero Gabriela no estaba asustada, no sentía otra cosa que curiosidad y comenzó a avanzar. Sus amigos intentaban detenerla pero antes de poder llegar hasta ella algo los detenía, les impedía alcanzarla y ella siguió avanzando...


Le duele la cabeza, ya no encuentra más imágenes. Entreabre los ojos ¿se ha quedado dormida? Ya no entra luz por la ventana y su habitación está a oscuras. Busca el interruptor en la pared y cuando por fin lo pulsa la luz la ciega, no tiene más remedio que cerrar los ojos. La cabeza le va a estallar. Tras un tiempo abre de nuevo los ojos y busca su móvil para mirar la hora. ¡Cuatro llamadas perdidas! Todas del mismo número. Adrián. No sabe si llamarlo o esperar a que lo haga él de nuevo. Se acerca a la ventana está lloviendo otra vez. Un ruido la asusta, algo ha chocado contra su ventana, mira a través de ella y ve una silueta en la oscuridad. Abre la ventana y saca la cabeza, la lluvia moja su pelo, algo que a Gabriela no molesta.
-Gabi, soy yo. Me he asustado porque no contestabas.- Grita una voz que ya es familiar para Gabriela.
-Lo siento, me he quedado durmiendo.
-Baja, tengo que hablar contigo.
Ella asiente y cierra la ventana, busca sus zapatos pero no los encuentra "de todos modos no me hacen mucha falta" piensa y baja descalza las escaleras intentando no hacer mucho ruido. Sale al jardín y allí lo ve. Mirando al cielo mientras sonríe.
Se acerca a él, y la lluvia comienza a calarla de nuevo como esa misma mañana, a medida que avanza comienza a sentir como un sentimiento de seguridad y calma se apodera de ella. Esa sensación de que encaja, y de que todo irá bien.
-Hola, de nuevo- dice Gabriela con una tímida sonrisa.
-Hola. Quería saber si estabas bien y por eso he venido.- se justifica Adrián.
-Siento no haber cogido el teléfono, me quedé durmiendo.- Dice ella algo avergonzada.
-No pasa nada, a mí también me cansa...- Se detiene antes de terminar la frase, no quiere decir nada sobre ese tema antes de confirmarlo.- Da igual. También quería que me dijeses a qué hora y dónde vamos a quedar mañana.
-Pues no sé, ¿qué tal aquí a las once?
-Está bien, te recogeré aquí a las once mañana por la mañana.
Se aproxima a ella y pone las manos sobre sus hombros, el corazón de Gabriela se acelera y ya no solo cae agua del cielo, comienzan a caer copos de nieve y algún trozo de hielo, siempre acompañados por aquella extraña lluvia, que a los ojos de Gabriela, parece mágica.
-¿Puedo besarte?- Pregunta Adrián muy serio, algo que desconcierta a Gabriela, casi no le conoce.
Ella no contesta, simplemente da un paso hacia él, cierran los ojos y acercan sus caras, sus labios casi se rozan. La tormenta se detiene y las nubes se esfuman dejando que la luz de las estrellas y la luna bañe el jardín. Las gotas de lluvia que han quedado en el suelo comienzan a moverse como si tuviesen vida propia, se desplazan hasta llegar a los pies de Gabriela y comienzan a trepar por la pierna de la chica, esta se da cuenta y se aparta de Adrián antes de que sus labios se unan.
-Lo siento.
Son las últimas palabras que salen de la boca de Gabriela antes de marcharse corriendo.
Las lágrimas resbalan por sus mejillas. Entra a su casa y sube corriendo a su habitación, los ojos le arden y no quiere que aquello se repita.

Era una noche estrellada y también su primera cita de verdad, estaba muy nerviosa y los ojos le ardían pero no le dio importancia. Gabriela y aquel chico estaban sentados en un banco en medio de la nada, perdidos en un precioso bosque. Llovía pero a ellos no les importaba tan solo se miraban el uno al otro y entonces juntaron sus rostros, unieron sus labios en un beso perfecto. Cuando algo salió mal, el agua del suelo comenzó a trepar por Gabi pero ella no se dio cuenta hasta que esta misma agua llego a través de su rostro al chico que le brindó su primer beso. El agua se volvió negra al tocarlo y comenzó a arder, el chico al sentirlo salió corriendo mientras intentaba quitársela de la cara. El agua lo atacó. Después de eso su madre y ella tuvieron que mudarse al pequeño pueblo en el que residen ahora.

Su móvil suena pero ella no quiere responder, sabe que será él y eso le da miedo. El teléfono no para de sonar y al final termina por contestar pero antes de hacerlo respira hondo e intenta relajarse, no quiere que Adrián se de cuenta de que está llorando.
-Hola, siento haberme ido.- Dice Gabriela aun con lágrimas en los ojos.
-No pasa nada, no debí pedirte eso, ha sido por mi culpa.- contesta Adrián con ese tono agradable.
Silencio en ambos lados de la línea. Ella por fin parece haberse calmado un poco, ya no llora e incluso podría decirse que en su cara hay dibujada una tímida sonrisa.
-De verdad, lo siento.- Repite Gabriela.
-Te estás especializando en pedir disculpas.- Dice Adrián riendo.
No continúan hablando mucho tiempo, ya es tarde y Gabriela tiene hambre. Baja a la cocina, su madre está allí esperándola. Ha oído la puerta y también la voz de un chico. Gabi puede adivinar su enfado simplemente mirándola a la cara. Al menos espera que no la castigue y así poder ver a Adrián mañana.