lunes, 21 de mayo de 2012

Capítulo 19

Aún le duele el pecho pero se siente mucho mejor, no recuerda nada de lo que pasó después de usar su don para hacer galletas, ni siquiera sabe como llegó a su cama, supone que fue Éleon el que la subió y el que, por supuesto, la salvó. Cuando despertó encontró a Éleon tumbado junto a ella, parecía estar agotado, tanto como lo estaba ella. ¿Es posible que esté así por ella? ¿Habrá sido el salvarla lo que ha hecho que enferme? Quiere pensar que no es así pero no puede, sabe que está así por su culpa.
-Éleon. -Comienza a decir acariciando su frente.- Éleon escúchame, voy a ponerte el termómetro, creo que tienes fiebre.
Él no contesta pero a Gabi no le hace falta una respuesta, se incorpora y se dirige al baño. Le arde el pecho. Busca en el pequeño armario que hay detrás del espejo y como esperaba allí está. Siente un gran dolor que casi la hace caer, pero se incorpora y se mira en el espejo. Aparta la camiseta pero no logra ver nada así que opta por quitársela por completo. Por fin puede ver aquello que le causa dolor, una extraña marca en su pecho, parece grabada a fuego, brilla cada vez con más fuerza a la vez que su dolor, el brillo y el ardor aumentan su intensidad al unísono. Pero no dirá nada, sabe que Éleon haría algo para aliviar su dolor y no está en condiciones de realizar ningún tipo de magia. Se pone de nuevo la camiseta y se dirige a su habitación con el termómetro en la mano.
-Éleon, quítate la camiseta, te voy a tomar la temperatura.- Dice con una voz suave y agradable al tiempo que lo ayuda a quitarse la ropa.
-Gabi...- Su voz es temblorosa.- Tengo frío.
-Lo sé pero tengo que bajarte la fiebre... es algo importante.- Contesta Gabi poniendo el termómetro bajo el brazo de Éleon.
Durante unos interminables segundos Gabriela ve como Éleon tiembla a causa del frío, tan débil y frágil, nada comparado con lo que transmitía cuando tenía energía, se había transformado en otra persona por su culpa, Gabi no podría sentirse más culpable. Y al fin suena la alarma que avisa de que el cálculo de temperatura ha finalizado.
-¿Tengo mucha fiebre?- Se atreve a preguntar Éleon aún tembloroso.
-No te pongas la camiseta, voy a preparar un baño. Tienes una temperatura demasiado alta hay que bajarla como sea.- Dice Gabi levantándose de la cama y dirigiéndose hacia el baño, en su mano el termómetro que marca 40.7 ºC.
Entra en el baño y abre el grifo de la bañera, el agua comienza a salir lo más fría posible. Sale del cuarto de baño y de su habitación y baja las escaleras, Éleon no está en condiciones de rechistar, coge una enorme bolsa de hielo del congelador y a duras penas la sube por las escaleras y la vacía en la bañera. De nuevo se dirige hacia la cama y toma a Éleon de la mano, lo ayuda a incorporarse y a levantarse, prácticamente carga con él hasta la bañera y con extremada delicadeza lo introduce en el agua helada, no sin antes haberlo ayudado a desvestirse.
-¡Gabi....! Está helada.- Se queja Éleon con voz temblorosa.
-Lo sé... pero tengo que bajarte la fiebre, entiéndelo.- Contesta ella con lágrimas en los ojos, mira al suelo evitando que él la vea pero es demasiado tarde. Gabi se siente culpable, siente que todos los males de sus nuevos amigos son por su culpa.
-No...,- comienza a decir cogiéndola de la mano.- no te preocupes Gabi, lo entiendo perfectamente.- E intentando aliviar los nefastos sentimientos de Gabi termina su frase con una sonrisa.
Los ojos de Éleon comienzan a cerrarse, siente como sus dedos se entumecen pero ya casi no nota el tacto frío del hielo en la piel. Se esfuerza por mantenerlos abiertos, pero los párpados le pesan. Nota las manos de Gabriela sobre su cara y eso le hace sentir bien, le da fuerzas para entreabrir los ojos y ver el rostro de Gabi antes de cerrarlos de nuevo.

Pero antes de que Éleon pueda cerrar sus ojos por completo algo los sobresalta, un temblor bajo sus pies y un ruido, parecido al de una explosión, proveniente de la habitación. Éleon abre los ojos justo a tiempo para ver como Gabi se aparta de su lado e intenta dirigirse a la puerta que da a la habitación, pero no puede dejarla marchar, extiende su brazo y la agarra haciendo que se quede junto a él. Juntos, él en la bañera y ella arrodillada a su lado, pueden ver las llamas y una sombra que se acerca. Gabi no da crédito a lo que ve, una figura horrible se presenta ante ella, un monstruo que creía imposible, aunque esa palabra ya careciese de sentido alguno para ella. Un animal enorme lleno de escamas rojas como el fuego que escupe por su boca llena de dientes cada cual más afilado que el anterior. Sus ojos negros y amarillos repletos de rabia y odio la buscaban, parecían querer encontrar a Gabi. El monstruo intenta avanzar pero gracias a Dios la puerta no es lo suficientemente grande para la gigantesca figura.
-Gabi... escóndete.-Susurra Éleon.- Creo que el dragón te busca a ti.
-¿Dragón? ¡Esto es de locos, los dragones no existen!- Grita ella como respuesta.
-Creo que decir eso en este momento no tiene sentido. ¡Escóndete antes de que te vea! Los dragones no ven bien con tanta luz.
-¡¿Qué lo que yo digo no tiene sentido!? Mira a tu alrededor y dime que lo tiene. Yo me quedo, no estás en condiciones de defenderte.- Sentencia Gabi.
-¡Gabi por favor!- Pero los gritos de Éleon no parecen llegar a oídos de Gabi que se ha puesto en pie justo delante del dragón.
Los ojos del dragón por fin se fijan en la silueta de Gabriela. Incluso parece querer sonreír. El aliento del dragón casi quema la cara de Gabi, pero ella permanece firme, no piensa echarse atrás por mucho que Éleon grite a sus espaldas.
-¡Vete de aquí!- Grita Gabriela al tiempo que pone sus manos en posición de ataque hacia el dragón.
-Callaos niñita, y no os defendáis. Quizá así tu muerte sea menos dolorosa.- La voz del Dragón llega a la mente de Gabi pero no se exterioriza y Éleon los mira atónito sin saber que ocurre.
-¿Cuál es tu nombre dragón?- Pregunta ella, esta vez a través de la telepatía.
-Mi nombre es Morto pequeña mortal. ¿Cuál es el vuestro?- Contesta con superioridad.
-Gabriela. Y ante ti tienes a la elegida así que inclínate.
-¿Sois la elegida? No lo parecéis. Esperaba otra clase de persona, alguien más fuerte pero así mi tarea será más fácil.- Responde entre risas.
-He dicho que os inclinéis.- Grita ella.
-Vaya parece que vuestra ira es mayor que vuestro diminuto cuerpo. ¿Por qué debería inclinarme ante alguien que no es ni la mitad de poderoso de lo que soy yo?
Gabi da un paso hacia atrás alza sus brazos, cierra los ojos. Puede oír los gritos de Éleon intentando impedir que utilice sus poderes pero está demasiado débil como para levantarse de la bañera. Una luz emana del pecho de Gabriela extendiéndose primero de manera lenta por todo su cuerpo y después como un destello por toda la habitación rodeando el cuerpo lleno de escamas de Morto. Después del destello una ráfaga de aire recorre la sala, pero esta no proviene del cuerpo de Gabi sino del de Éleon, va acompañada de un grito que intenta desesperadamente hacer que Gabi se detenga. El aire agita el pelo de Gabi y tira algunas de las figuritas y adornos que había en las estanterías junto a la cama.
La luz cegadora de Gabi ha quemado la impenetrable capa de escamas que recubre el cuerpo del dragón y ha hecho que este retroceda.
-¡Te mataré! Tenlo por seguro.- Grita Morto escupiendo fuego por su boca.
-No lo harás.- La voz los sorprende a todos, una voz grabe como la de Morto pero a la vez femenina.
Una cortina de humo, luz y llamas aparece y tras ella la silueta de un nuevo dragón, su cuerpo parece más  pequeño que el de Morto y conforme avanza pueden comprobar que también es de un color diferente, es blanco y parecía recubierto por cristal y no por escamas.
-Gabriela, pequeña elegida, soy Elo. Estoy aquí para protegeros.- Dice con voz tranquila y pausada el segundo dragón.
-¿De dónde has salido?- Pregunta Gabi extrañada.
-Teníais una bola de cristal con un dragón dentro. Yo era ese dragón. Vuestro padre os regaló esa figura sabiendo que algún día os sería útil.- Hace una pausa y mira a Morto que ya parece avanzar hacia Gabi de nuevo.- Yo me encargaré de Morto, cuida del chico del clan del viento.
Gabriela se aparta, retrocede hasta la bañera y mira a Éleon con una sonrisa. Aunque Éleon es completamente consciente de lo que está pasando a su alrededor prefiere quedarse con la sonrisa y la mirada de Gabi, acerca su mano a la cara de la chica y acaricia el pelo y el cuello de Gabriela, pero entonces ella cambia la sonrisa por un grito y una mueca de dolor y cae en la bañera junto a él.
-¡Gabi!- Grita Éleon que parece tener algo más de fuerza, la suficiente como para levantarla y ponerla sobre él.
-Estoy bien...- Responde entre susurros.
-No lo estás, no debiste utilizar tus poderes, suerte que Elo ha llegado.- Replica él.
-Éleon debí hacerlo.- Hace una pausa y toma aire.- Me arde...
-¿El qué?- Pregunta Éleon desorientado.
-El pecho...- Estás son las últimas palabras que Gabriela alcanza a pronunciar antes de desmayarse.
Éleon dirige sus manos al pecho de la chica y retira la camiseta haciéndola pedazos, sobre su corazón ha aparecido una marca, una del clan del viento.

Elo y Morto luchan aunque él intente huir, Elo es mucho más poderosa, un espíritu protector. Ella es una de las madres de la tierra, uno de los cuatro dragones que soportan el peso del mundo y quizá una de las más poderosas, en su forma humana inofensiva pero mortal cuando retorna a su verdadero aspecto, un dragón. Finalmente Morto, tras algunos destellos de luz y llamas por parte de Elo, consigue huir creando un enorme agujero en la pared de la habitación.
Elo se dirige al baño y busca a Gabi, está tumbada sobre Éleon, desde allí puede percibir su latido y es que ambas están unidas desde que nació. Su pulso es débil, casi inexistente. Sabe que Gabi morirá, lo ha leído en su libro de la vida.