sábado, 31 de marzo de 2012

Capítulo 15

Esperó, pero no obtuvo respuesta, así que decidió intentarlo de nuevo. Quiere que haya funcionado, lo desea con toda su alma. Ahora se siente cansada y es de esperar, ha empleado mucha fuerza. Se colocó en el centro de la sala, y buscó con la mirada cualquier objeto que pudiese quemar, cogió todos los trozos de tela que encontró y los colocó de manera que formasen un perfecto círculo a su alrededor, después buscó por todos los armarios de la sala hasta que encontró lo que esperaba encontrar: una vieja botella de vino. Con ella impregnó todos los trozos de tela y les prendió fuego, no tardaron demasiado en arder y provocar un incendio entorno a ella, pero la zona en la que Helena se encontraba, la perfecta circunferencia que había dibujado, se mantuvo intacta.
Se concentró como de costumbre, pero no solo cerró los ojos sino que empezó a mover sus manos y brazos trazando en el aire distintos dibujos, símbolos pertenecientes al clan del fuego, estos símbolos provocaron que una brisa agitase el pelo de Helena y lo elevase en el aire. El movimiento de su cuerpo acompañaba al del fuego creando una bella danza, conforme Helena alzaba sus brazos el fuego crecía, parecía bailar con ella, obedecerla y es que eso es lo que estaba ocurriendo.
El fuego cubría la habitación casi por completo, Helena aun no había dejado que el fuego entrase en el círculo. Su cuerpo se movía como si flotase, comenzó a girar sobre si misma, mirando al techo y con los brazos en cruz y entonces un tentáculo de fuego avanzó hacia el interior del círculo, creando una espiral alrededor de Helena. La elevó sobre el suelo y entonces el fuego que estaba retenido llenó por completo el espacio que quedaba libre de llamas.
-Vocant auxilium, nikta mae.- Gritó a pleno pulmón.
Todo ardía alrededor de Helena, los muebles se desintegraban al igual que su ropa, y lo único que permaneció fue ella, incluso la puerta que cerró Marcus con magia había sucumbido a la fuerza del fuego. Entonces ella, con toda la fuerza que fue capaz de reunir extinguió el fuego, lo almacenó en su interior y a la vez mandó la señal que Aarón debía recibir.

Aun puede sentir el calor del fuego ardiendo en su corazón y en su alma, guarda esa fuerza para un bien mayor y aunque quizá debiera usarla para huir ha decidido reservarla para algo más importante. Está sentada en el centro de una habitación calcinada, mira a su alrededor y sonríe, ahora se siente fuerte aunque cansada pero sabe que esa segunda sensación pasará pronto, es como un fénix que ha resurgido de sus cenizas. Se pone en pie y camina por la sala, decide buscar algo que ponerse pero no queda nada en esa habitación. "Quizá en el otro cuarto" piensa Helena. Cruza el umbral de la puerta, o de los restos de ella y busca por la sala algún vestido o ropaje. En la pared de la derecha, justo en frente de la chimenea hay una cómoda, parece antigua, en uno de sus cajones encuentra varios vestidos, saca el primero y su cara cambia por completo, lo que ha encontrado no es otra cosa que un precioso vestido de novia. Sigue buscando y debajo de él encuentra otro vestido de color crema y blanco, de más o menos la época del anterior.

Camina de un lado a otro, no sabe cuando regresará Marcus pero algo le dice que será pronto. Se acerca a la grieta en la pared, aquella por la que puede ver todo el bosque,  y mira a través de ella, espera ver a Aarón pero no ve nada, tan solo árboles, árboles en flor aun estando en diciembre. Algo hace que cambie la expresión curiosa de su rostro, poco a poco se aleja del hueco y retrocede hasta el centro de la sala, justo delante de la chimenea. Lleva las manos detrás de su espalda y toma prestado parte del fuego de la hoguera, lo concentra en una bola de energía y llamas en su mano izquierda, pues ella es zurda. La silueta tenebrosa de Marcus ha entrado en la cueva y avanza hasta ella. Parece disgustado y una de sus manos está sangrando. Helena teme que haya atacado a alguno de sus amigos o a la elegida, sabe que algo ha debido suceder y no está muy segura de que sea algo bueno.
-¿Qué te ha pasado, pareces herido?- Pregunta Helena curiosa sin moverse ni un centímetro.
-Nada, no ha pasado nada.- Responde él sin mirarla a la cara.- ¿Qué haces tú aquí? Recuerdo haberte encerrado.
-Bueno, el fuego es algo incontenible, ¿no?- Contesta Helena intentando no reír.
-Ya hablaremos de eso, desde luego no creas que lo pasaré por alto pero ahora necesito que me cures.
-No lo haré, te prefiero herido.
-Si que lo harás, me basta con provocar un ataque por tu parte para deborar tu energía, la única duda que tengo es el número de torturas que aguantarás.
Mientras dice estas palabras en la cara de Marcus se dibuja una sonrisa que aterra a Helena, pero ella no está dispuesta a darle lo que quiere, no piensa mostrar miedo o dolor alguno. La caballería está al llegar o al menos eso cree.

Se acerca más a ella y la agarra del brazo.
-No puedes hacerme más daño del que ya me has hecho.
Helena detiene la mano de Marcus con la que le queda libre, esa en que tenía la esfera de fuego. El fuego se extiende por el brazo de Marcus, lo quema y no puede evitar soltar un grito de dolor, ahora la sonrisa se haya en la cara de Helena pero desaparece cuando Marcus torna sus gritos en risas. No entiende como no se dio cuenta de lo que Marcus pretendía, pero algo la alienta, una mano. Una mano aparece tras la grieta de la pared, alguien está trepando e intenta entrar, sabe que son ellos, sería imposible para ella no reconocer el anillo que ella misma regaló a Aarón cuando el maestro les contó su desafortunado final.
-Creí que serías más lista, pero creo haberme equivocado.- Dice entre carcajadas.
-Es curioso yo estoy pensando lo mismo sobre ti.- Contesta Helena desafiante.
Lejos de soltar el brazo de su captor, emplea la fuerza que antes había almacenado para "sobrecargar" a Marcus, no necesita derrotarlo, solo agotarlo para que Aarón y los demás puedan acabar con él.
-¡Suéltame!- Grita Marcus envuelto en llamas.
-¡Ya es demasiado tarde! Nunca debiste traicionar a tu equipo, yo no lo haré con el mio.
El fuego se apodera del cuerpo de Marcus, ahoga sus gritos y nubla sus ojos. El fuego y las llamas crecen hasta cubrir también el brazo de Helena, sus fuerzas se agotan pero a ella no parece importarle, debe aguantar. El fuego todavía aumenta y Helena se derrumba, se desploma sobre sus rodillas pero no suelta la mano de Marcus.

Aarón ya alcanza a ver el interior de la cueva, una enorme bola de fuego se ha hecho la dueña del lugar. Sabe que Helena la ha provocado, ¿quién sino? Trepa todo lo deprisa que puede, y cuando ha entrado se para un segundo a tomar aliento, en ese instante puede ver con claridad donde se haya Helena, está a los pies de Marcus el grita aunque le resulta extraño no oír los gritos, solo oye la respiración agitada de su novia. Se apresura y corre junto a ella, Helena solo es capaz de esbozar una débil sonrisilla, ya casi no le quedan fuerzas.
-Ayuda.- Susurra.
Esto impacta mucho a Aarón, no está acostumbrado a oír palabra semejante de la boca de Helena y mucho menos en una situación así, ella siempre intenta ser fuerte por todo el mundo y aunque a veces las fuerzas le flaqueen nunca muestra su lado débil.
La coge en sus brazos y la retira, la deja sobre el suelo, una pequeña lágrima recorre el rostro de Helena y eso da fuerzas a Aarón, lo carga de rabia. Estira su brazo y entre murmullos pronuncia uno de sus encantamientos, la única parte audible es "nikta mae", no quiere que nadie escuche su conjuro. Una rama tras otra sale del suelo, y rodea el cuerpo herido de Marcus, al tiempo que Aarón aprieta su puño la mano formada por tierra y ramas aplasta a Marcus dejándolo casi sin respiración, al desaparecer la bola de fuego los gritos de Marcus se dejan oír y son estremecedores.

Los demás ya han entrado y contemplan la escena, Éleon decide intervenir y convoca las fuerzas del viento, hace una señal a Aaró para que se retire, y así lo hace. El viento convocado por Éleon crea una burbuja alrededor de Marcus y de esa burbuja extrae todo el oxígeno, todos pueden ver la figura de Marcus tirada en el suelo intentando respirar sin éxito. Adrián se acerca a la burbuja y extiende su mano, la introduce en la burbuja y se concentra como todos han hecho antes. El agua comienza a brotar de su mano y llena la esfera, Adrián y Éleon se miran complices y ambos hielan cada uno su conjuro, el viento helado y el agua o más bien hielo son la nueva prisión de Marcus. Aarón se les une y alrededor de estas cárceles construye una más de piedra y Helena con la poca fuerza de la que dispone rellena los huecos que quedan entre piedra y piedra con lava. Todos esperan la intervención de Gabriela, se acerca muy despacio a la jaula de Marcus, y sopla sobre ella, se retira y todos la miran extrañados pero la expresión de sus rostros cambia cuando la cárcel torna su forma en la misma que la de la luna. Una luna en miniatura se convierte en la prisión de Marcus.

Todos respiran aliviados al fin, entre todos consiguieron transportar la luna a la parte del río que permanecía helada, saben que no ha acabado pero también saben que ahora tienen el tiempo que Gabriela necesitaba para prepararse.

jueves, 22 de marzo de 2012

Capítulo 14

Caminan con la esperanza de que pronto verán la ladera de la montaña llena de amapolas, las preferidas de Gabi, pero quizá eso sea solo una coincidencia. Gabi y Adrián caminan el uno al lado del otro, cómplices de un sentimiento, nuevo para ambos. De vez en cuando Adrián pasa su mano por el hombro de Gabriela. Pasan junto a unas florecillas que se resguardan de la nieve en el interior de un tronco hueco tirado en el suelo y Adrián recoge una de esas flores blancas y la pone en el pelo de Gabriela. Se sonríen el uno al otro y se besan, una y otra vez.

El medio día se acerca y el hambre se hace notar entre los presentes. Se ponen de acuerdo para parar en un precioso claro ni muy cerca ni muy lejos del río. Es diciembre pero notan que a medida que se acercan a la montaña la temperatura comienza a subir, eso explicaría las amapolas en la ladera solana. Poco a poco van sintiendo el calor y terminan por quitarse parte de la ropa. Deciden separarse en grupos para buscar algo de comida, debido al calor que hay en el ambiente imaginan que no será difícil. Aarón, y Éleon comienzan a buscar en la dirección opuesta a la de Gabi, Adrián y Nerea, intentaron dejar solos a Gabriela y Adrián pero Nerea se empeñó en acompañar y proteger a la elegida. Ambos grupos se adentran en el bosque, han acordado dejar marcas por donde pasen para no perderse y la bufanda roja de Adrián ha sido la víctima perfecta para su propósito. El grupo capitaneado por Gabi avanza hasta que Aarón y Éleon los pierden de vista, entonces Éleon agarra del brazo a su compañero haciendo que este se detenga, necesita hablar con él.
-No sé si está bien.- Dice Éleon en su particular tono de seriedad.
-¿A qué te refieres?- Pregunta Aarón extrañado.- Necesitamos comer y juntos no encontraremos comida, ha sido inteligente dividirse.
-No me refiero a eso.- Éleon se apoya en un árbol cercano.- Gabi y Adrián, es peligroso que estén juntos.
-¿Y qué quieres que le haga? Se aman.
-Y su amor costará la vida de miles de millones de personas. Despierta, no pueden estar juntos, aunque les duela. Incluso dudo que se amen de verdad.
-Dejemos está conversación, hemos venido a buscar comida.
Durante el tiempo en que buscan cualquier alimento no se dirigen la palabra, Aarón no puede creer lo que su amigo ha dicho, le extrañaría que en verdad pensase eso, pero ahora mismo está confuso y es él quien no sabe que pensar, por una parte opina que Éleon tiene razón pero en cambio cree que el amor es algo importante y que no deberían ignorarlo.

Nerea avanza por delante de la pareja, comprueba cada rincón, cada árbol, cada piedra, no puede permitir que le ocurra nada a la elegida. Adrián, aun que más disimuladamente, también mira de reojo las espaldas de su chica. No creen que las fiebres fuesen obra de tan solo sus poderes o de una fuerza superior a ella, puede que Marcus tenga algo que ver y eso es algo que todos sospechan pero ninguno se atreve a expresar.
-Chicos, seguid un momento sin mí, en seguida os alcanzo.- Dice Gabriela deteniéndose.
-No creo que sea una buena idea Gabi.- Contesta Adrián parándose él también.- ¿Por qué quieres parar? ¿Estás cansada? Si quieres podemos descansar.
-No es eso, pero es que necesito parar...
-Ah... comprendo, yo te acompañaré- Interviene Nerea.
-Lo siento chicos, pero creo que no quiero que ninguno me vigiléis mientras... bueno ya os lo imagináis.
-De acuerdo pero no continuaremos, te esperamos aquí.
Nerea y Adrián observan como Gabriela desaparece entre los árboles, no es que necesite ir al baño como les ha hecho creer, es solo que necesita estar sola un instante, por corto que sea. Camina hasta que nota como la pierden de vista, se retira el pelo y lo coloca detrás de la oreja, siente como si le fuese a explotar la cabeza, siente ese dolor desde que se despertó en brazos de Aarón pero no quiso preocupar a nadie, mientras se coloca el pelo tras la oreja la roza y nota un tacto húmedo, pasa de nuevo los dedos por su oreja y los mira, están manchados de sangre. No entiende que le pasa, el dolor aumenta por segundos y un ruido sordo la envuelve. Quiere gritar pero se contiene, no puede dejar que Adrián la oiga. Las rodillas le fallan y cae, lucha consigo misma por no desfallecer, nota que la fuerza en ella crece y lucha contra lo que sea que la está atacando. Sus ojos se tornan en rojo fuego y de ellos comienzan a emanar llamas, su cuerpo es envuelto por un destello anaranjado. El fuego que la rodea comienza a avivarse y el ruido desparece, ha conseguido no gritar y creer haber conseguido lo que quería, vencer sin pedir ayuda.
Se dispone a volver con Adrián y Nerea cuando nota un aire helado en su nuca, el aliento gélido de alguien sin alma, se gira y allí está él, sonriendo irónicamente, Marcus. Acerca su mano a la cara de Gabriela y pone su pelo detrás de la oreja, contempla los restos de sangre que quedan, ante esa visión ríe.
-Te crees muy lista, pero al luchar contra mí me indicaste donde estabas.- Dice sin poder dejar de reír aún.
Marcus alza su mano y con ella rodea el cuello de la chica, pero Gabriela no cambia la expresión de su rostro, debe ser fuerte. La mano de Marcus comienza a apretar y consigue levantar a Gabi del suelo.
-No saben donde estoy, y no gritaré, mátame y ellos acabarán contigo.- Responde Gabi que casi no puede hablar a causa de la presión en su cuello.
-Parece que no sabes lo que ha de pasar y juraría que te lo expliqué.
-Pero te equivocaste, yo no soy la elegida, solo soy una más. Mi vida no importa.
-No intentes mentirme, no sé si sabes que nosotros, los elegidos, también somos telépatas y podemos leer mentes, ver el futuro y tener visiones del pasado. Puedo leer en tu mente la mentira y el miedo.
-Pues solo deberías poder leer lo primero.
Tras decir esto Gabi aprieta los ojos y los abre, pero ya no son sus preciosos ojos azules, su iris está partido en distintos sectores, cada uno de un color, son cuatro en total: rojo, como el fuego; verde, como la tierra; azul, como el agua y gris, como el viento. Todos estos colores terminan por fundirse y de la piel de Gabi comienzan a brotar estos colores, un aura de poder y fuerza. Este aura se libera alcanzando la mano de Marcus y comienza a quemarla, el brazo de su captor empieza a arder pero este se niega a retirarse, hasta que Gabi incrementa su poder y Marcus no puede hacer otra cosa que huir, desapareciendo en una bola de humo negro.

Cuando Marcus desparece Gabriela cae al suelo e, instintivamente, se lleva las manos al cuello, la respiración agitada de la chica alarma a los árboles, que la comprenden y al igual que los miembros de los clanes intentan protegerla, el viento también se ha percatado de la situación y junto a los árboles y flores del bosque han intentado hacer llegar el mensaje a Aarón, el viento transmite el mensaje de un árbol a otro hasta hacerlo llegar a Aarón.
Aarón no tarda en notar que Gabi está en peligro y se dirige al punto de encuentro, desde allí sigue las señales rojas que Nerea, Adrián y Gabi fueron dejando en los árboles. Éleon lo sigue de cerca, Aarón le ha contado lo que ha sentido, lo que las plantas le han transmitido y no ha podido evitar preocuparse. En poco tiempo han llegado hasta donde están Nerea y Adrián.
-¿Dónde está Gabi?- Dice Éleon nervioso.
-Ha ido un momento al baño.- Responde Adrián sin entender muy bien que hacen Éleon y Aarón allí.
-¿¡Y no habéis ido con ella!? ¡Debías protegerla!- Le grita Éleon a Adrián.
-Quiso que la dejamos sola, confio en ella.- Se defiende Adrián.
-Y debes confiar en ella, pero no en Marcus.- Comienza a decir Aarón, más calmado que Éleon.- Las plantas me han avisado, los árboles me han hecho saber que ha atacado a Gabi y no sabemos dónde está o si la ha matado.
Adrián abre los ojos todo lo que puede, se siente un imbécil, no ha sabido protegerla. No sabe si ahora será tarde y le da miedo descubrirlo.
-Tenemos que encontrarla.- Consigue decir Nerea.
Ninguno contesta pero todos se ponen en marcha, Nerea les indica por donde recuerda que se fue Gabi. Recorren el camino que parece llevar a un claro y allí está ella, tirada en el suelo. Corren hacia Gabriela y Aarón la levanta del suelo, la toma en brazos y la eleva para que todos puedan verla, sus labios han adquirido un tono violáceo, su piel está algo pálida y sus ojos se hayan cerrados. Se temen lo peor pero entonces Gabi sonríe, y abre los ojos muy lentamente, Adrián que estaba casi al borde de las lágrimas no puede contener su alegría y estalla en carcajadas, la risa termina por contagiarse a todos, incluso a Gabi que ya ha abierto sus ojos por completo. Poco a poco todos dejan de reír pero no borran la sonrisa de sus rostros, Aarón ha dejado a Gabriela en brazos de Adrián, ha recobrado su tono habitual de piel y tras beber algo de agua también el color de sus labios.
-Creíamos que Marcus te había atacado.- Dice Éleon aliviado.
-Y así ha sido, me atacó.- Responde aún sonriente.
-¿Y que pasó?- Se paresura a preguntar Nerea.
-Vencí.- Exclama Gabi entre carcajadas.- Bueno, no del todo pero conseguí que huyese.
-¡Eso es fantástico! Sabía que podrías, sabía que pronto serías más fuerte que ningún otro elegido.- Grita Adrián.
-¿Cómo lo hiciste?- Pregunta Nerea intrigada.
-No lo sé. Sentí rabia y a la vez alegría, entonces dentro de mí, sentí el fuego y la fuerza saliendo desde mi corazón y no utilicé el agua o el fuego, ni la tierra o el viento, fue distinto, fue una mezcla. No sé cómo lo hice, creía que hacían falta esas palabras: nikta mae, pero veo que me equivocaba.
-En cierto modo no te quivocas Gabi, esas palabras, como tu las llamas, sirven para expresar un deseo concreto, pero cuando tan solo queremos sentir la fuerza de un don en nosotros basta con pensar en ello.- Responde Éleon.- Y lo que nos has descrito es impresionante, serás muy fuerte, ya lo eres, mejor dicho.
Continúan felicitando a Gabi durante un tiempo, deciden que comerás allí mismo, no quieren alejarse de Gabi y está muy débil para andar un gran camino. Necesita descansar. Dentro de poco dispondrán sus entrenamientos.

Cuando han terminado de comer reemprenden el camino de vuelta al río, y siguen andando, al poco tiempo divisan una extraña forma, un arco, pero no es un arco de piedra normal, es mágico saben que están cerca. Al atravesarlo notan como la temperatura deja de subir, como el aire deja de ser frío y se convierte en una extraña brisa y como las amapolas, rojas como el fuego y blancas como la nieve, empiezan a aparecer, ya pueden ver la montaña, pero algo les preocupa, no hay una cueva, más bien hay cientos y no tienen tiempo de revisarlas todas.
-No daremos con la cueva correcta hasta la caída de la noche.- Dice Adrián.
-Si lo haremos.- Responde Gabi.- ¿Verdad Aarón?
En ese momento Aarón levanta su mano y señala una de las cuevas.
-Allí.- Se limita a decir.- Helena me lo ha dicho.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Capítulo 13

-Parece que la fiebre ha empezado ha bajarle, muchas gracias.- Dice Aarón con un gran sonrisa, al final ha conseguido lo que quería, salvarle la vida.
-No ha sido nada.- Responde Nerea algo sonrojada.- ¿Crees que las profecías se cumplirán?
-No lo sé.- Contesta Aarón abrazando más fuerte a Gabriela.- Espero que no sea necesaria mí muerte y la de los miembros de los otros clanes. Pero Gabi...- Hace una pausa antes de continuar.- Da igual, si he de morir lo haré con orgullo.
Nerea no puede replicar, Gabriela parece estar despertando. Aunque no puede responder quiere saber qué iba a decir Aarón, quiere saber en manos de quién está su vida y la de prácticamente todo el mundo.
-¿Dónde estoy? No recuerdo... Lo siento mucho Aarón, no pude...- Comienza a decir Gabriela, pero antes de que pueda decir algo que no deba Aarón la interrumpe.
-No pasa nada Gabi, lo hiciste genial, gracias a ti hemos llegado al río.
-¿Quién es ella?- Pregunta Gabi en un susurro para que solo Aarón pueda oírla.
-Soy Nerea, encantada elegida.- Contesta Nerea riendo.
-Lo mismo digo.
-¡Vaya...! Desprendes muchísima energía, sobretodo relacionada con el agua. Eso es algo muy extraño, y hacía años que no sentía nada parecido, ni siquiera las propias Nereidas estamos tan unidas a este don. Se nota que te estás recuperando, en el río no desprendías esa fuerza.
Continúan hablando por un tiempo pero eso es algo de lo que Helena no dispone así que no tardan demasiado en levantarse del suelo, y ponerse en pie para marcharse. Pero algo les inquieta, ya se han perdido una vez y eso casi le cuesta la vida a Gabi, no pueden permitirse el perderse de nuevo. Casi pueden oír los pensamientos del otro cuando deciden darse media vuelta y pedir a Nerea que los acompañe.
-Nerea,- Se aventura a empezar Gabi.- tu conoces el bosque, ¿no es así?
-Sí. ¿Cuál es la causa de tu pregunta Elegida?
-¿Podrías guiarnos si te lo pidiésemos?- Continúa diciendo Aarón.
-Claro, no podría negarme si la Elegida me lo pide.
-Debemos llegar hasta un lugar en concreto. ¿Conoces alguna montaña en la que florezcan amapolas en diciembre? Sabemos que está cerca del río, allí tenemos que ir.
-Sé donde está, yo os llevaré hasta esa montaña.
-Muchas gracias.- Dice Aarón con una sonrisa de oreja a oreja.
Los tres juntos comienzan a caminar junto al río, siguen su cauce para no perderse. El paisaje intimida a Gabi, no siente los árboles, todos están dormidos, el río está helado y no puede sentir vida bajo la capa de hielo, no sopla el viento aunque la temperatura es muy baja y el sol ha decidido ocultarse tras las nubes. Se siente indefensa, impotente, se siente pequeña y esa sensación no le gusta, hace que una enorme tristeza la invada sin motivo aparente además del tétrico horizonte que puede contemplar.

El camino se hace eterno y de vez en cuando Gabriela cierra los ojos mientras anda y deja que alguna imágenes se apoderen de su mente, son visiones fugaces de Adrián, de ellos dos en la laguna, eso la hace sonreír y hace que el miedo que siente desaparezca por unos instantes. Hasta que una nueva imagen la asalta: un palacio sin vida, apagado, muerto, lleno de dolor, y ella misma llorando tendida en el suelo rodeada por los cuerpos sin vida de sus amigos y la figura de Marcus riendo junto a ella.
Gabriela se para en seco y se deja caer sobre sus rodillas, comienza a gritar todo lo fuerte que puede de su boca brotan las palabras "basta" y "déjame", ni Aarón ni Nerea comprenden que pasa, se giraron al oír los gritos y ahora contemplan a Gabi tirada en el suelo.
Nerea hace ademán de acercarse pero Aarón se lo impide. No quiere que Nerea descubra que Gabi no está preparada para la lucha que se avecina, no sabe como podría reaccionar o incluso si cambiaría de bando. Imagina que está así a causa de su don, aun no es capaz de controlarlo y no sabe si algún día lo hará, no tiene maestro y tan siquiera el libro. Hay muchos aspectos de ese don que Aarón y sus amigos desconocen, quizá la causa de su llanto sea uno de ellos.
Finalmente se acerca a ella y se arrodilla en el suelo, la mira a los ojos, los tiene rojos y mojados. Ya ha parado de chillar aunque aun le cuesta respirar con normalidad. Las últimas lágrimas que ha derramado recorren sus mejillas y terminan en sus perfectos labios.
-Yo no quiero, que pase eso.- Consigue decir entre sollozo y sollozo.
-¿De qué hablas Gabi?- Responde él en un tono muy sereno.
-He visto a tus amigos, te he visto a ti, muerto, al igual que ellos. Yo lloraba, derrotada y Marcus reía. Tenías razón, no debería haberme fiado de él.
-No pasa nada, lo importante es que tu sola te has dado cuenta de lo que pasa, de lo que es en realidad Marcus.
-Aarón... Yo no quiero ser la elegida, yo no puedo librar una batalla, ¡mírame! No sería capaz de vencer.
-Gabriela, si hay algo de lo que estoy seguro es de que ganarás, de que salvarás a todo el mundo. Ponte en pie, debemos continuar.
Sin mediar palabra Gabi se pone en pie y limpia los restos de las lágrimas de sus ojos. Sonríe como puede y pasa la mano por su ropa para quitar la nieve que se ha quedado pegada en ella.
Caminan hasta donde Nerea los espera y Aarón le hace una señal para que continué la marcha. Andan durante un largo tiempo hasta que las piernas tanto de unos como de otros les piden que se detengan, parece que su camino no va a terminar nunca, que Aarón no volverá a abrazar a Helena, a besarla, acariciarla o siquiera verla. Mira su teléfono con la esperanza de que Helena haya escapado y lo haya llamado mientras estaba sin cobertura pero aunque ya tiene un poco de cobertura no hay ninguna llamada perdida perteneciente a Helena. Quiere encontrarla y matar a Marcus por alejarla de él, quiere verla aparecer entre los árboles con una sonrisa y que mire al suelo y se ponga el pelo detrás de la oreja al darse cuenta de que él la está mirando, quiere que se ponga roja como un tomate y ría sin saber demasiado bien por qué. Quiere tenerla a su lado.

Un grito alarma a todos. Es Gabi la que ha gritado pero no es un grito de auxilio o desesperación sino de alegría, mira al cielo y pega saltitos, agita los brazos y grita para que la oigan, pero ¿quién? Un nuevo los sobrevuela y como no podía ser otro, a lomos de ella se encuentra Éleon acompañado por Adrián, parecen haber oído a Gabriela y descienden. Cuando tocan tierra Gabriela se abalanza sobre ambos con una sonrisa de oreja a oreja, le gusta sonreír sin motivo alguno, pero cuando lo hay le encanta. Adrián la recibe con los brazos abiertos y la levanta en un abrazo, quiere pedirle perdón por ser tan brusco al decirle que no podían estar juntos, no debió hacer caso a Helena, no en cuanto a sus sentimientos, él y solo él es dueño de su corazón y ha decidido entregárselo a Gabriela.
Aun tiene a Gabriela sobre sus brazos, se miran y sonríen, entonces la baja al suelo y la abraza de nuevo, se separa un instante y la besa. Sus labios chocan con los de Gabriela y un cosquilleo recorre todo su cuerpo, se siente libre y la besa con más pasión, sus lenguas se rozan, juegan en el interior de sus bocas. Las manos de Adrián recorren la espalda y Gabirela y la aprieta contra su pecho, ambos saben que todos los miran pero no les importa, Adrián llevaba mucho tiempo esperando ese beso, su primer beso. Cuando se separan se miran a los ojos y se sonrojan, Gabriela ríe y no sabe el motivo. Aarón avanza hasta a Adrián y le da un par de palmadas en la espalda.
-Hiciste bien en no hacernos caso.
-Lo sé, ahora lo sé.
-Venimos a sacaros de aquí llevamos unas cuantas horas buscándoos.- Interviene Éleon.
-Gracias, es que comenzó a nevar y...- Comienza a decir Gabi.
-La elegida casi muere, fue muy fuerte y muy valiente, tanto que su fuerza casi la mata.- Ahora es Nerea la que habla.
-No podemos permitir que eso pase, ella debe ganar nuestra batalla, y yo no dejaré que muera.- Dice Adrián completamente convencido de sus palabras.
-Puedo cuidarme yo sola, ninguno morireis por mí, no mientras yo me tenga en pie.- Dice Gabi todo lo seria que su alegria le permite estar.
-Gabi...- Comienza a decir Aarón.
-Ya lo he decidido, no me harás cambiar de opinión.-Empieza diciendo, luego hace una pausa y continúa con una sonrisa.- Cuando Adrián me ha levantado, he visto la montaña de las amapolas, no está demasiado lejos. La vamos a salvar.
La cara de Aarón se ilumina al oír esas palabras, solo se hace una pregunta ¿llegarán a tiempo?

domingo, 4 de marzo de 2012

Capítulo 12

Ninguno sabe muy bien donde están, parecen andar en círculos. Gabriela suspira agotada y derrotada, no ha sido capaz de encontrar el camino a la cueva, ni tan siquiera el río, no siente el flujo del agua. Le da la sensación de haber pasado por la misma zona unas cien veces, el mismo árbol torcido, la misma piedra, el mismo camino de tierra bajo sus pies...
-Nos hemos perdido, nunca encontraremos a Helena.- Dice Aarón sentándose en una roca, cansado ya a causa de la caminata.
-No digas eso, debemos estar cerca.- Responde Gabriela intentando animar a su nuevo amigo.
-Siento ser tan pesimista pero es que no puedo evitarlo, hemos pasado por aquí muchísimas veces.- Hace una pausa y respira hondo.- Helena es mi novia y es ella quien ejerce el papel fuerte de la pareja, quiero decir que es Helena quien me saca de todos los embrollos y por una vez sé que soy yo quien puede salvarla, quien debe hacerlo y no soy capaz...
-Vamos... la salvarás, lo sé.- Dice Gabriela agachándose junto a Aarón.
-¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes saberlo?
-Es una corazonada, la extraña sensación de que todo saldrá bien. No es que lo crea, es que de alguna manera lo sé.
Se miran y por fin Aarón consigue dedicar una sonrisa a su nueva y extraña amiga. Aarón se incorpora y juntos emprenden de nuevo una marcha sin un rumbo demasiado fijo. El tiempo pasa y ellos siguen caminando a la vez que contemplan cada árbol, único a su manera. De vez en cuando Aarón se agacha y recoge unas cuantas piedras que va tirando a lo largo del camino, algo parecido a ese cuento de las miguitas de pan.

El cielo se torna negro en prácticamente una fracción de segundo, los copos de nieve comienzan a precipitarse sobre sus cabezas. El frío comienza a hacerse notar. Aun es pronto pero la noche se les echa encima.
-Gabi, ¿puedes hacer que deje de nevar?- Pregunta Aarón llevándose las manos a los brazos para frotarlos.
-No sé si podré.- Responde Gabriela que también está helada.- Pero puedo hacer otra cosa.
Aarón la mira curioso, Gabriela cierra los ojos como de costumbre y se concentra dejando en su mente una única idea. Aprieta con fuerza los labios y los párpados. Alza las manos pero no lo hace como las otras veces, esta vez parece apuntar al cielo. Abre los ojos y Aarón puede observar como estos, sorprendentemente, han cambiado de color, ya no son azules, ahora reina el negro y el rojo en sus pupilas. La negra y rizada cabellera de Gabriela se eleva como si no hubiese gravedad alrededor del cuerpo de la chica, las nubes han dejado de enviar copos de nieve para contemplar la magia de Gabi.
-¡Ignis protegens me, nikta mae!- Grita Gabriela.
Una aurora de fuego se levanta entorno a los chicos alejándolos del resto del bosque, protegiéndolos de la nieve y el frío. Gabriela ha terminado su ritual y por fin puede bajar las manos, las gotas de sudor recorren el rostro de la chica, está cansada, prácticamente agotada, quizá no es lo suficientemente fuerte como para utilizar esta magia todavía.
-¡Es impresionante! ¿Cómo lo has hecho? ¿Cómo has sabido que palabras debías decir?- Se apresura a decir Aarón completamente impactado por el poder de Gabi.
-Necesito un minuto,- Dice Gabriela sentándose en el suelo.- no sé cómo lo he hecho, y estoy tan impresionada como tú.
Estás últimas palabras vienen acompañadas por una risa. El minuto que Gabriela se toma termina convirtiéndose en un largo tiempo pero a Aarón no le molesta, sabe la magnitud del esfuerzo que Gabi ha realizado tan solo por ayudarlo. Con el paso de las horas Gabi cae rendida pero aunque ella duerme la capa protectora que ha levantado no descansa y sigue cuidando de ellos. Aunque Aarón intenta mantenerse despierto termina por rendirse a los encantos de morfeo.
Al despertar, Gabriela sigue tumbada a su lado y la cúpula de fuego sigue sobre ellos, ya es de día. Se levanta y se estira, le extraña que la chica no se haya despertado antes que él, mira su reloj pero este parece haberse estropeado, las agujas no paran de girar y girar en todas direcciones. Avanza hasta el borde de la semiesfera que sobre ellos se alza e intenta salir pero nada más tocarla siente que la energía se concentra en ese punto y hace que Aarón se aparte. Nota movimiento cerca y se vuelve pero no hay ningún peligro es Gabriela la que se ha movido, se acerca a ella y observa como las gotas de sudor recorren su cara para terminar en su cuello y escote. Siente calor al estar cerca de ella, se aventura a tocar su frente, como sospechaba tiene fiebre, es más está ardiendo.
La toma en brazos y de nuevo se aproxima al límite del manto que los rodea, respira hondo, con tan solo rozarla se ha quemado ¿qué pasará si la atraviesa? No tiene demasiado tiempo para pensar, nota como Gabriela lucha consigo misma por mantenerlos a salvo, nota como se esfuman sus fuerzas y se apagan las llamas que la mantienen vivas. Da un paso y atraviesa la aurora, pero no siente ningún dolor. Mira hacia detrás y observa que ha desaparecido, casi por un acto reflejo mira a Gabi, ha agarrado su brazo y lo aprieta con toda la fuerza que la fiebre le permite. Ella ha hecho desaparecer la capa, y ahora le dedica una de sus preciosas sonrisas. Necesita salvarla, no debe permitir que le pase nada.
Camina sin saber a dónde se dirige durante un tiempo hasta que para en seco, cierra los ojos y se concentra.
-Ostendit viam flumen, nikta mae.
Los árboles se apartan formando un estrecho sendero que les conducirá al río. Aarón comienza a caminar por él todo lo deprisa que el frío y el peso de Gabriela le permiten, a su paso los árboles retornan a su lugar y esconden el camino evitando que alguien pueda seguirlo. Casi puede vislumbrar el río y no puede evitar sonreír, sabe que aún le queda un largo camino hasta alcanzarlo pero no le importa, salvará a Gabriela o al menos eso espera que pase.
-Aguanta Gabi, ya casi hemos llegado.- Susurra Aarón con la esperanza de que aquellas palabras lleguen al interior de Gabriela y reaviven la llama que la hace ser como es.
La marcha hasta la orilla del río se hace eterna para el chico, y al llegar siente que es el quien cae, el río se haya completamente helado. Deja a Gabriela en el suelo con delicadeza y se deja caer, de nuevo la nieve comienza a cubrir el pelo de Gabi, que yace en el suelo, la risa de alivio que antes mostraba se vuelve una risa irónica cargada de rabia, ira, desesperación y tristeza. Con todos estos sentimientos en su interior Aarón se pone en pie de nuevo y se acerca al río, tanto que incluso se adentra en el, cuando ha llegado a la mitad de este se detiene y alza su mano derecha, aprieta con fuerza sus puños y mira por última vez a Gabi antes de cerrar los ojos.
-¡Convertit ad lapidem mea manu, nikta mae!- Grita Aarón con todas sus fuerzas.
En el preciso momento en que Aarón pronuncia estas palabras un haz de luz cae del cielo e ilumina su mano convirtiéndola en una masa de roca. Golpea una y otra vez el hielo hasta que consigue que se resquebraje, la mano de Aarón vuelve a su forma original y este corre hacia la orilla evitando caer en las aguas heladas. Se gira y agacha para recoger a Gabriela y cuando se incorpora nota la respiración agitada de alguien en su nuca. Se da la vuelta todo lo deprisa que puede e inspecciona el lugar con detenimiento.
-¿Quién anda ahí?- Grita sin esperar una respuesta.- Sal de donde estés no te haré daño.
-No pretendía asustarte.- Una vos contesta a los gritos de Aarón.
Una chica colgada de una de las ramas del árbol más cercano aparece casi de la nada, su cabello castaño cuelga hasta casi tocar el suelo, los ojos de la chica, verdes, resaltan en el fondo blanco que la nieve ha creado. Se desliza por el árbol hasta bajar al suelo, avanza hasta Aarón y lo mira con una sonrisa de oreja a oreja.
-Gracias.- Dice la misteriosa muchacha con un tono muy agradable.
-¿Gracias? ¿Por qué me das las gracias?- Pregunta Aarón intrigado y a la vez maravillado con aquella extraña chica.
-Tu has roto el hielo y por eso te doy las gracias.- Antes de continuar da un paso hacia él.- Soy Nerea.
-Encantado, yo soy Aarón y esta es Gabriela.- Contesta señalando con la mirada a Gabi.- ¿Has visto lo que he hecho?- Consigue decir algo asustado.
-Sí, pero no te preocupes, no diré nada.
-Ahora soy yo quien te da las gracias, ¿puedo preguntar por qué no dirás nada?
-Quizá puedas adivinarlo, vivo en un río, me encanta el agua, puedo usar magia relacionada con el agua pero no soy del clan de esta, me llamo Nerea...
-¿¡Eres una Nereida!?
-¡Vaya! Que listo eres. Me toca preguntar: ¿Por qué llevas a esa humana en brazos?
-Está enferma o eso creo, tiene mucha fiebre y la he traído al río para intentar bajarle la temperatura.
-¿Y cómo pensabas meterla en el agua? Si la metes y sigue inconsciente se ahogará.
-Había pensado en eso, me meteré con ella.- Tras decir esto Aarón se acerca al río pero antes de que llegue hasta él Nerea lo detiene.
-Si te metes con ella los dos moriréis congelados.
-¿Entonces cómo lo hago?
-Quítale la ropa, yo me meteré con ella y cuando salga le pondremos la ropa seca y tu le darás calor.
Aunque al principio duda, Aarón, termina por hacer caso a la Nereida, con mucho cuidado desviste a Gabriela. Lo único que deja es el sujetador y las braguitas de la chica. Cuando ha terminado de desnudarla la introduce en el agua con Nerea, durante el corto camino hasta el río Aarón nota como la temperatura de la chica aumenta a cada segundo. Después de dejarla se aleja y contempla a Gabriela, en brazos de una completa desconocida al borde de la muerte y todo por ayudar, lo único que se pregunta en estos instantes es si fue ella misma al intentar protegerlo de la nieve quien se dañó o fue Marcus intentando que no llegarán hasta Helena. La nieve, el hielo en el río, los caminos sin salida,.... demasiadas piedras en el camino como para tratarse de simple coincidencias.
-Nerea, ¿estás de parte de los clanes o apoyas a Marcus?- Grita Aarón desde la orilla.
-De parte de la elegida y espero que la gente de los clanes como tú la encuentre pronto.
-Ya la hemos encontrado.
-¿Y dónde está?
-Entre tus brazos.