domingo, 22 de julio de 2012

Capítulo 21

Éleon consiguió tumbar a Gabi en su cama. La mira y no sabe que hacer, ese sentimiento lo desespera. Los ojos de Gabi, esos dos pedazos de cielo comienzan a apagarse y el azul se torna negro como el día se convierte en noche. Gabi cierra los ojos y su mano busca la de Éleon. Cuando se encuentran entrelazan los dedos y los ojos de Gabi se abren de nuevo.
-No quiero morir.- Susurra.
-¡Y no lo harás! No vas a morir ¿me oyes? no dejaré que mueras.- Grita Éleon con lágrimas en los ojos.
-Gabriela, ¿conocéis el libro de la vida?- Dice Elo.
-Ella no, pero yo sí.- Contesta Éleon.
-Yo soy uno de los cuatro dragones que soportan el peso del mundo, poseo el libro de la vida y conozco el destino de todas las personas. Conozco el destino de Gabi.
-Entonces sabrás que no es su hora, díselo.- Se apresura de decir Éleon.
-Lo siento, pero no puedo decirlo.
-¿¡Por qué no!?- Grita Éleon.
-Porque la vida de la elegida termina ahora, debe morir.- Sentencia Elo.
Éleon estrecha con más fuerza la mano de Gabi, tiene que ser mentira, no puede perderla. Siente como la mano de Gabi poco a poco deja de apretar la suya.
-¡No puedo permitir que se vaya!- Grita Éleon enfurecido.- ¡No puedo permitir que dejes que se la lleven, se supone que debes protegerla!
-Lo siento.
-¡La necesito!- Vuelve a gritar.
-Sé que ella ganará la batalla pero ahora debe marcharse.- La voz de Elo suena tranquila.
-No puede irse de mi lado. La necesito, no solo para la batalla... yo la quiero. No puede marcharse.- Dice él llorando.

En ese momento Elo extiende las alas y se envuelve con ellas cubriendo prácticamente la totalidad de su cuerpo. Un pequeño destello. Y las alas de Elo comienzan a retirarse. En lugar de sus ojos de dragón hay unos preciosos ojos grises, sus escamas de cristal se han convertido en piel de porcelana, sus alas en una túnica blanca, sus garras en unas delicadas manos, su cola ha desaparecido y sobre su cabeza, llena de rastas castañas que le caen hasta la cintura, una pequeña corona de cristal y plata.
-Puedo ver tus sentimientos, los leo en tus ojos y sé que la amas con todo tu corazón pero debes dejarla morir, confía en mí.- Susurra Elo acercándose a Gabi.
-¿Cómo puedo confiar en alguien que va a dejar morir a la persona a la que amo?
-Sabes que puedes confiar en mí porque soy uno de los cuatro dragones que sostienen el mundo y que debemos proteger a la elegida. Mi destino está ligado al suyo. Confía en mí.
Éleon tan solo asiente y suelta la mano de Gabriela. Una lágrima recorre su mejilla, quiere marcharse con el viento de la mañana pero está demasiado débil, parece que sus fuerzas se desvanezcan junto con las de Gabi. No sería tan malo morir junto a ella porque no puede pensar en una vida sin ella.

Mientras pasea por la sala esperando lo inevitable cierra los ojos y sonríe, piensa en ella.  Piensa en lo fuerte que es y lo débil que parece ahora, piensa en como es capaz de arriesgar su vida sin importarle las consecuencias, solo por sus amigos y no puede evitar pensar en Adrián, en como la besó aquel día cuando la encontraron un medio del bosque. Algo lo despierta de sus pensamientos, algo que temía con toda su alma, la voz de Elo pronunciando unas palabras que desearía no haber oído, la voz de Elo anunciando que Gabriela ha muerto. Aun no puede creerlo, no puede creer que Elo la haya dejado morir. Se suponía que el dragón debía protegerla y sin embargo Gabi ha muerto y él desea morir con ella.
-Está muerta, ¿¡por qué las has dejado morir!? Eres su dragón protector.- Grita Éleon enfurecido.
-Ya te dije que debía morir.
-Pero eres su protectora ¿no?- Dice con sarcasmo.
-Así es
-¿Por qué no la has protegido ahora que más te necesitaba? ¿Por qué la has dejado morir?- Grita Éleon entre lágrimas.
-Porque ahora puedo salvarla.- Contesta Elo.
La cara de Éleon se vuelve una mezcla de alegría, emoción e incredulidad. ¿Puede salvarla? Quiere gritar y saltar pero no es capaz de moverse.

Elo avanza hacia el cuerpo de Gabi y se tumba junto a ella. Recita unas palabras que solo ella comprende y entonces una fuerza nace en su pecho, fuego blanco que no la quema, trepa por su pecho y su garganta hasta salir de su boca. El fuego viaja un instante por el aire cegando a Éleon y llega a la boca de Gabriela. Esa fuerza, el fuego blanco, baja hasta su pecho y se detiene en su corazón.
Éleon corre a su lado, Elo se levanta y ambos contemplan a Gabi en silencio, cada uno a un lado de la cama. El silencio se apordera del momento y la tensión en sus corazones crece hasta que algo los rompe, Éleon mira desconcertado a Elo, lo que ha oído no puede ser cierto aunque espera desesperadamente que lo sea, busca que los ojos de Elo confirmen lo que cree haber escuchado. De nuevo otra vez ese sonido, parecido al sonido que emite un corazón al palpitar, un latido. El corazón de Gabriela vuelve a latir.