domingo, 22 de abril de 2012

Capítulo 18

Al cerrar la puerta de la habitación de Gabriela, Aarón pudo oír como Gabi lloraba pero evitó comentarlo con los demás pues sabía que Adrián habría decidido quedarse con ella y lo necesitarán para atravesar el río contracorriente. Cuando salieron de la casa Aarón se apresuró y llamó a Nerea todo lo deprisa que pudo. En seguida se reunieron todos en el lugar que fijaron para su encuentro.

No tardaron demasiado en llegar y allí estaba Nerea cuando alcanzaron su destino. Corrió hacia ellos en cuanto los vio.
-¿Dónde está vuestro amigo?- Pregunta Nerea con interés.
-Se ha quedado con la elegida, alguien debía cuidar de ella.- Responde Aarón si prestar demasiada atención al interés que Nerea había mostrado.
Sin prácticamente intercambiar palabra alguna, caminan río arriba. Adrián observa ensimismado las formas e irregularidades del río, sus curvas, su anchura y caudal, diferentes a medida que avanzan. Parece hipnotizado con el agua, con cada salpicadura, con cada piedra, con cada charca a sus orillas. No puede apartar los ojos del río, siente la necesidad de introducirse en el agua y nadar, dejarse llevar por la corriente, jugar con ella, le hubiese gustado hacerlo, pero sigue caminando, no es momento de descansar, no cuando sabe que Gabi lo necesita.
-No creo que lleguemos a pasar el río hoy, así que será mejor que vayamos buscando un lugar para comer, no tardará demasiado en oscurecer y de noche estos caminos no son aconsejables para nadie.-Dice Nerea deteniéndose en seco bajo la sombra de un árbol desnudo.
-Pero podríamos continuar después de comer.- Exclama Helena extrañada.
-No es una buena idea, créeme. Estamos en pleno diciembre, pronto oscurecerá y tendremos que prender otra hoguera, no creo que sea una buena idea el ir dejando un rastro de hogueras por allá por donde pasemos. Nos quedaremos por aquí.- La voz de Nerea suena rotunda y convincente.
-De acuerdo.- Termina por sentenciar Aarón.- Buscad un lugar donde nos podamos refugiar chicos.- Dice dirigiéndose a los otros dos miembros de su equipo.
Helena mira a Aarón, su mirada expresa más de lo que ambos podrían decir con palabras. Tras las miradas una sonrisa, se hacen cómplices de un sentimiento. Ella se gira pero sin dejar de mirarlo, camina y termina desvaneciéndose entre los árboles junto a su sonrisa.
-Pensándolo mejor creo que ir solos no es una buena idea, iremos por parejas, yo iré con Helena vosotros podéis buscar refugio juntos.- Dice caminando en la dirección en la que antes Helena a desaparecido.
Nerea y Adrián no tienen tiempo de reaccionar antes de perderlo de vista, no parece importarles buscar en pareja un lugar para acampar.

Aarón corre detrás de una sombra que avanza entre los árboles, no puede alcanzarla pero no parece importarle, sabe que conseguirá atraparla.
-¡Espérame!- Grita Aarón, pero no obtiene respuesta.
Ya no la ve, se detiene en un pequeño rayo de sol. No encuentra la silueta de Helena entre las plantas, se gira una y otra vez pero sigue sin verla. En ese preciso instante algo lo sobresalta, alguien a tocado su espalda, se da la vuelta todo lo deprisa que puede y allí está Helena. Antes de que Aarón pueda decir nada Helena se lanza a sus brazos, lo besa apasionadamente y solo detiene el beso cuando a ambos les falta la respiración.
-¡Vaya! Esto no me lo esperaba.- Dice Aarón sorprendido.
-Aarón...- Comienza a decir Helena con un tono más serio.- Vamos a morir.
-Lo sé.- Contesta él completamente convencido.
-¿Y no quieres....? En fin, ¿no quieres que antes nos...?- Intenta decir Helena entre tartamudeos.
-¿Si quiero que nos acostemos?- Pregunta él algo incrédulo.
-Si, eso es lo que quería decir. ¿Y bien?- Contesta aliviada.
-Claro que quiero, pero será algo especial, aunque suene cursi.
Ambos ríen y Helena lo abraza, se vuelven a besar, a menudo que pasa el tiempo el beso se hace más largo y apasionado y parece no importarles el quedarse sin respiración.
-Donde tu estés es un lugar especial.- Termina diciendo Helena.
Aarón se limita a asentir, la coge de la mano y juntos se adentran aun más en la espesura del bosque. Casi escondida entre los árboles encuentran una diminuta cueva con pequeñas aberturas en el techo que hacen que los rayos del sol se asemejen a estrellas. Ese será de ahora en adelante un lugar mágico para ambos.

Adrián camina sin rumbo entre los árboles y Nerea lo sigue. Entre las plantas tanto Adrián como Nerea pueden sentir una masa de agua "tal vez un afluente" piensan. Avanzan hasta dar con él y como creían se trataba de un pequeño afluente. Nerea no lo duda un instante y en cuanto puede se lanza al agua en cambio Adrián se resiste, no cree que sea el momento ni el lugar adecuado.
-Vamos ven, el agua es perfecta y lo estás deseando.- Dice ella sonriendo ya desde el agua.
-No creo que sea una buena idea, estamos aquí para buscar esa flor no para nadar.- Contesta él intentando resistirse a los encantos del agua y de Nerea.
-Ven conmigo, nademos, ven conmigo...- Nerea repite estas palabras una y otra vez como evocando un conjuro.
Adrián comienza a andar, se acerca al agua lentamente, ha caído en su hechizo. Se detiene justo antes de llegar a la orilla y se quita la ropa, todo excepto la ropa interior. Se introduce en el agua lentamente y nada hacia Nerea.
-Adrián, ahora eres mío... ¿lo entiendes?- Le susurra al oído.
Adrián no contesta pero asiente. Del agua comienzan a surgir burbujas y pequeñas esferas de luz, los rodean y estrechan el círculo haciendo que sus cuerpos se junten aun más.
-Sellemos nuestro pacto.- Dice de nuevo con susurros Nerea.
-¿Cómo?- Pregunta Adrián.
-Con un beso.- Sentencia ella.
Y Adrián obeciente a causa del embrujo la besa. Tras ese beso ambos salen del agua y Adrián absorve el agua de sus cuerpos para que nadie sepa lo que ha pasado apenas unos minutos atrás.

domingo, 15 de abril de 2012

Capítulo 17

Ya han llegado a casa de Gabi, consiguieron despertarla y pudo entrar a pie. A su madre le dijeron que se había quedado a dormir en casa de Helena y no tuvieron problemas para ser creídos. Están en su habitación y ella yace tumbada en la cama, Adrián agarra su mano y la besa delicadamente mientras que los demás los miran algo extrañados. Aarón también abraza a la chica a la que ama, Helena. Y Éleon simplemente permanece en pie observando la escena desde una esquina de la habitación. Decidieron que Nerea aguardaría en el bosque la señal de Aarón sobre los árboles para reunirse de nuevo en el río.
Gabi no puede mantener los ojos abiertos durante mucho más tiempo y termina por quedarse dormida, sus cuatro nuevos protectores la vigilan y no le quitarán el ojo de encima hasta que todo vuelva a la normalidad.
-Cuando vayamos a buscar la flor no deberíamos dejar a Gabi sola.- Comenta Adrián.
-La dejaremos con Nerea, ella la cuidará.- Contesta Aarón encogiéndose de hombros.
-No, no me parece una buena idea.- Interviene Helena dubitativa.- Esa chica... hay algo raro en ella, no me fío.
-Yo tampoco, uno de nosotros deberá quedarse.- Dice Adrián con un tono firme.
-Yo.- Comienza a decir Éleon.- Yo la vigilaré.
-¿Y por qué tu?- Pregunta Adrián acercándose a él.
-Pues porque si atacan tu no puedes inundar la casa, ella se ahogaría. Helena no podrá prender fuego a la casa porque ella se quemaría, al menos en este estado y Aarón es el que dirige la misión. Solo quedo yo.- Contesta Éleon que está jugando con unas llaves.
Se miran unos a otros y ninguno parece tener queja alguna. Adrián se acerca a Gabriela y la besa en la frente, una lágrima recorre el rostro de Gabi y esta abre los ojos. Alza su mano y agarra con toda la fuerza de la que es capaz el brazo de Adrián.
-No quiero que te pase nada.- Dice entre sollozos.
-Eso mismo me pasa a mí contigo. No puedo permitir que te pase nada y ahora he de salvarte, pero volveré.- Contesta él sonriente.

Gabriela y Éleon observan como uno a uno, los tres componentes de los clanes del fuego, agua y tierra, se marchan por la puerta de la habitación de Gabi. En cuanto el último sale del cuarto, Gabriela rompe a llorar y Éleon se acerca a ella para consolarla. Se sienta a su lado y la ayuda a incorporarse, limpia una de las lágrimas de su rostro con los dedos y la abraza.
-Todo está bien Gabi, no pasa nada.- Dice Éleon con voz tranquilizadora.
-Es por mi culpa... no debí aventurarme en esta misión, era demasiado para mí y no lo supe ver.- Contesta ella todavía con lágrimas en los ojos.
-No digas tonterías, gracias a ti Helena está viva y Marcus bajo capas de hielo y agua en su prisión.- Dice él mientras muestra la mejor de sus sonrisas.
-Gracias, ¿siempre sabes qué decir?- Pregunta limpiando las lágrimas de sus ojos.
-Qué puedo hacer, es uno de mis muchos dones.- Contesta Éleon riendo.
Las carcajadas sustituyen al llanto en la habitación de Gabriela. Se siente con fuerzas suficientes como para ponerse en pie, y así lo hace. Camina hacia la puerta pero Éleon la detiene, la agarra por el brazo y la hace girar empujándola hacia él mismo. Sus cuerpos chocan y Gabi lo mira extrañada, no sabe a qué ha venido eso. Están muy cerca, quizá demasiado.
-No salgas, aun estás débil y es peligroso.- Consigue decir Éleon.
-Pero tu mismo has dicho que Marcus está encerrado y yo me siento mucho mejor.- Dice ella algo desconcertada.
-Aun así no quiero que salgas de aquí.- Contesta Éleon serio y decidido.

Gabriela resopla y se echa de nuevo sobre la cama, mira al techo y da pequeñas patadas al aire como queriendo empujar al tiempo para que este pase más deprisa.
-Oye Éleon, ¿y tu por qué no tienes novia? Es decir, todos la tienen y tu...- Pregunta curiosa como siempre.
-Bueno... yo soy un chico más bien solitario, ninguna chica se fija en mí y yo evito fijarme en ellas.- Contesta sin apenas cambiar la expresión de su rostro.
-Eso es una tontería.- Dice incorporándose de nuevo.- Tu eres un chico muy guapo y muy simpático, no veo motivo alguno por el cual las chicas no se fijen en ti.
-No siempre eso basta Gabi, es más complicado.- Dice él mientras pasea por la habitación, con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada.
-Pues yo creo que el amor es sencillo, se siente y ya está. Las excusas que ponemos para evitarlo solo son por miedo. Créeme, a lo largo de mi vida he puesto muchas.
-Aún así es complicado y dejemos ya este tema por favor.
Con estas últimas palabras Éleon pone fin a esa conversación, que le esta causando mayor daño del que Gabriela puede imaginar, ella no sentirá nunca lo que él ha de pasar cada día y cada instante. Pero ahora parece no importarle, cuando la mira, la luz que desprende es mágica. No sabe si es el hechizo eterno de Luz de Luna pero le da igual, no quiere averiguarlo, al menos de momento.

Gabriela camina hacia la puerta pero antes de alcanzarla se gira para mirar a Éleon.
-Quiero ir a la cocina, ¿vienes conmigo?- Pregunta Gabriela.
-Sí, yo te acompaño.- Responde Éleon dirigiéndose hacia la puerta del cuarto.
Ambos bajan las escaleras y llegan a la cocina. Gabriela entra y comienza a abrir y sacar cosas de distintos armarios: un bol, una cuchara grande, unos cuantos huevos, harina...
-¿Qué vas a hacer?- Comenta Éleon con afán de sacar un nuevo tema de conversación.
-Galletas, ¿quieres ver algo divertido?- Contesta Gabi con una sonrisa de oreja a oreja.
Éleon se limita a sonreír y asentir. Gabriela junta sus manos y las frota, sopla en ellas y poco a poco las separa creando entre ellas una pequeña bola de luz que expande hasta cubrir todos los utensilios que se hayan sobre la mesa. Paso a paso la magia de Gabriela crea la masa de las galletas y en solo unos instantes Gabi ha colocado las galletas en el horno.
-Vaya, no sabía que podías hacer cosas así.- Dice Éleon sorprendido.
-Yo tampoco pero algo dentro de mí me ha dicho que lo intentase.- Comienza a decir Gabi entre risas.- Por fin encajo, por fin soy yo, gracias.
Gabi y Éleon caminan hacia el salón, allí esperaran que las galletas terminen de hornearse. Pero antes de que Gabriela pueda alcanzar el sofá las piernas le fallan y cae al suelo, afortunadamente Éleon consigue atraparla antes de que choque contra el suelo. No debió dejarla utilizar su don.

Con Gabriela en brazos, Éleon sube las escaleras hasta la habitación de Gabriela y allí la tumba sobre la cama. Yace pálida y frágil sobre las mantas. No quiere verla así, no puede. Da vueltas alrededor de la cama sin saber que puede hacer, se lleva las manos a la cabeza y resopla. Se arrodilla a un lado de la cama y toma la mano de Gabi.
-Gabi... Vamos, despierta.- Dice desesperado.
Mira la mano de Gabriela y la estrecha con todas sus fuerzas. Tiene que despertarla, sea como sea. Su misión era sencilla: proteger a la elegida; pero no ha sabido cumplirla, se siente un estúpido. No puede dejar de mirar sus labios, ya violetas; sus ojos cerrados, en apariencia para siempre y sus manos frágiles como el cristal.
-Está bie Gabi, yo te salvaré.- Comienza a decir. Suelta la mano de Gabriela y cierra los ojos, se concentra y busca en su mente las palabras adecuadas.- Transferre vires, nikta mae.- Dice colocando sus manos sobre el pecho y abdomen de Gabi.
De las manos de Éleon brota una luz mate que ilumina el cuerpo de Gabi y los hace ascender, se adentra en su corazón y lo aviva como si de una llama se tratase. Éleon ha conseguido transmitir parte de su enegía vital a Gabriela pero a un alto precio, su propio agotamiento. Ahora solo quiere descansar y se tumba en la cama junto a Gabi. Desde allí puede ver como Gabriela se levanta y respira dificultosamente, sabe que le duele el pecho, la energía de Éleon la quema, pero al meno está viva.

miércoles, 4 de abril de 2012

Capítulo 16

Por fin puede respirar el aire fuera de esa cueva, han sido un par de días pero le han parecido una eternidad. Camina por si sola aunque le cuesta, no dirá nada, no le gusta tener que pedir ayuda, la hace sentir inútil e impotente, y le encanta sentir el tacto de la mano de Aarón estrechando la suya. Se siente libre. Ha decidido no contar nada de lo que Marcus le hizo, eso solo provocaría la rabia de sus amigos. Sabe que la prisión no es eterna, sabe que Marcus saldrá porque aun no han muerto.

Cuando dejaron a Marcus decidieron el horario de entrenamientos para Gabi; Aarón en primer lugar, Éleon en segundo, ella sería la tercera y Adrián el último. Algo le dice que todo irá bien, aunque esa nueva compañera de viaje no le inspira confianza, sus ojos... no transmiten pureza.
-¿Queda demasiado?- Se queja Adrián.
-No, creo que no mucho.- La voz de Aarón no suena demasiado convincente para ninguno.
-¿Crees? ¿Cómo que crees?-Exclama Éleon desde el final de la cola.
Aarón se detiene y se gira haciendo que los demás se paren también, retrocede unos pasos y se coloca frente a Éleon, su cara muestra una expresión seria y poco amigable.
-No sé donde estamos exactamente, ¿vale? Pero intento guiaros, ya es más de lo que tu has hecho.
-Yo me preocupo por la elegida, ¿o es que acaso soy el único que se ha dado cuenta de que sus oídos sangran y de que gotas de sudor recorren su cuello?- Éleon hace una pausa para la reflexión.- Claro que soy el único, todos tenéis cosas más importantes en las que pensar. Deberías preocuparte menos por la orgullosa de tu novia y empezar a pensar en la elegida.

Ninguno pronuncia palabra alguna pero todos miran a Gabriela, se fijan en sus oídos y su cuello, lo que Éleon ha dicho ha resultado ser cierto. Adrián se llena de rabia, hacia él mismo, por no haberse dado cuenta, porque haya sido Éleon el que ha tenido que decirlo y finalmente por no saber como evitar que lo que sea que hiere a Gabi la dañe.
-Gabi...- Suspira Adrián
-Yo...- Comienza a decir Gabi.- Estoy bien, no es nada de veras. Helena está peor, es decir ella está herida,- Hace una pausa y continúa dirigiéndose esta vez a Helena.- no he podido evitar darme cuenta.
-Quizá yo esté herida, pero mis heridas no tienen importancia, no son profundas, no sangran y ya se están curando. Gabi, debiste habernos dicho que no estás bien y habríamos hecho algo.- Para un instante y se gira hacia Éleon.- Desde pequeña me han negado la ayuda, no es fácil crecer huérfana y menos si te tienen miedo, he aprendido a vivir sin amigos ni familia y sin ayuda, de donde yo vengo es de cobardes pedirla y es por eso que ahora me cuesta hacerlo. No me considero una orgullosa Éleon, y no quiero parecerlo.
-Dejad de discutir, estamos cayendo en una trampa, si nos peleamos entre nosotros seremos una presa fácil, puede que hayamos capturado a Marcus pero su poder no conoce fronteras.- Interviene Aarón al fin.
-Tienes razón, siento haber dicho esas cosas, no sé que me ha pasado, no era yo.- Se disculpa Éleon.
-No pasa nada, han sido unos días de mucho estrés.- Dice Helena intentando sonreír.- En cuanto a Gabi...
-Solo necesita descansar, ¿no es así?- La interrumpe Adrián.
Gabi asiente. Sonríe y se acerca a Éleon, que está a su lado, más cerca que ningún otro. Le cuesta caminar, las piernas le tiemblan, le sudan las manos y sus labios se vuelven blancos.
-Éleon...
-¿Qué pasa Gabi? ¿Te encuentras bien?
-Cógeme.
-¿Qué?
No tiene tiempo de extrañarse cuando Gabriela se derrumba en sus brazos. Los demás corren a su lado, entre Éleon y Adrián la tumban en el suelo. Nerea, que había permanecido junto a ellos sin decir una sola palabra, se acerca y se pone sobre ella. Aproxima su rostro al de Gabi, todos la miran extrañados, parece ¿olfatearla? Ninguno comprende que está haciendo pero tampoco la detienen. Por fin Helena se atreve a preguntar.
-Nerea, ¿puedo preguntar qué estás haciendo?- Dice Helena extrañada.
-Tan solo buscaba el problema, y lo he encontrado.- Contesta Nerea orgullosa.-  Vuestra amiga, es decir, la elegida no está entrenada, ¿verdad?
-¿Cómo lo has sabido? Yo no te lo he dicho.- Pregunta Aarón extrañado.
-Lo que le pasa a la elegida es que ha usado unos hechizos más poderosos que ella misma y que todos vosotros sin estar preparada, por eso está así.
-Pero, ¿se pondrá bien?- Se apresura a decir Adrián.
-Necesita descansar como tu dijiste, pero eso solo repondrá un poco su energía.
-¿Qué quieres decir con "solo un poco"?- Interviene Éleon.
-Quiero decir que por mucho que descanse ha perdido demasiada energía y no la recuperará por completo. No está entrenada, es peligroso que utilice Luz de Luna si ni siquiera controla los otros dones.- Exclama Nerea.
-Y ahora, ¿qué debemos hacer?- Dice Helena.
-Lo único que podéis hacer es...- Comienza a decir Nerea.- Olvidadlo, es demasiado peligroso.
-¡Debemos salvarla! Dinos que podemos hacer, te lo ruego.- Grita Éleon.

Nerea se levanta y camina, se lleva las manos a la cara y retira un mechón de su larga cabellera castaña, lo coloca detrás de la oreja y cierra los ojos escondiendo el precioso color verde que reina en ellos. Respira hondo y abre los ojos de nuevo.
-Deberéis surcar el río helado al norte del bosque,  hasta allí donde el agua comienza a fluir de nuevo, si continuáis contra corriente veréis una montaña, en el fondo de esta encontrareis una flor, las gotas de rocío que nacen y se deslizan por sus pétalos son mágicas y solo esas gotas salvarán a vuestra amiga.
Todos se miran, asienten casi al tiempo y Aarón al fin acepta la misión. Salvarán a Gabi.