martes, 4 de septiembre de 2012

Capítulo 22

Gabi se incorpora, respira con dificultad, como si le faltase el aire. Mira a todos lados, parece asustada y en sus ojos no se vislumbra el espíritu que antes, Éleon, podía ver brillar con fuerza.
Un mueca de dolor aparece en la cara de Gabriela, se lleva la mano hasta el pecho, con cada latido el dolor crece. Gabi cae sobre la cama, sus gritos se ensordecen y sus ojos se cierran.
-¿¡Qué le está pasando!?- Grita Éleon.
-Está luchando.- Contesta Elo sumida en una tranquilidad que casi asusta a Éleon.
-¿Contra qué?
-Contra ella misma. Yo le he dado mi fuerza y Gabriela debe hacerla suya.
Unos minutos oyendo los gritos desesperados de Gabi son la antesala del silencio. El cuerpo de la elegida se relaja y por fin parece descansar, sus ojos se cierran otra vez y Éleon corre hacia ella temiéndose, de nuevo, lo peor. Gabi respira. Abre los ojos sobresaltada, ya no son azules sino negros y aun así Éleon puedo ver esa chispa en su mirada.
-¡Gabi!- Grita Éleon al tiempo que la abraza.
-Éleon...- Comienza a decir.- Estoy bien pero siento que algo va mal, ya no siento la fuerza del agua ni el poder del fuego
-¿Has perdido tus poderes?- Pregunta asustado.
-No, me siento bien, soy fuerte. No temo por mis poderes sino por los clanes, puedo sentirte a ti pero no puedo decir lo mismo de los demás, tan solo siento el poder de la tierra pero también siento como se apaga.
-Adrián, Helena, Aarón... ¡Nerea! ¿Qué me dices de ella?- Se apresura a preguntar.
-Ella parece estar intacta.- Gabi hace una pequeña pausa.- Elo, tengo que ir.
-Lo sé elegida, ve y yo te acompañaré.- Contesta Elo.
-¿Ir a dónde? Gabi ¿qué es lo que tienes que hacer?.- Pregunta Éleon preocupado.
-Debo buscarlos, sé que hay algo que debo hacer.
Sin dejar que Éleon conteste, Gabi, salta por el agujero que Morto había hecho en su habitación. Él la sigue sin decir una sola palabra, teme que ella lo deje atrás, que le impida ir a su lado.

Llegan al final del jardín de la casa de Gabi, allá donde empieza a haber una densa masa de árboles. Se adentran, poco a poco, no les cuesta demasiado encontrar el camino que ellos mismos habían creado al pasar repetidas veces por allí. Siguen el camino en fila, a la cabeza Gabi, no muy convencida de lo que está haciendo aunque hay una voz en su interior que le dice que lo haga, como si alguien se lo estuviese susurrando al oído. Después de un tiempo andando por fin parecen ver algo, una sombra tras los árboles, un cuerpo tumbado sobre la hierba, conforme se acercan pueden apreciar mejor de quien se trata. Adrián. Gabriela corre hacia él, está tumbado sobre el costado, se sienta a su lado y acaricia su cuerpo mientras le dice suavemente que debe despertar. Nota como su mano se empapa, la contempla y comienza a llorar, hay sangre en sus manos, la sangre de Adrián.
-¡Elo, tenemos que despertarlo!- Grita Gabi.
-No podemos mi señora, está muerto.- Contesta ella con la calma con la que siempre se ha mostrado.
-¡Ya sé que está muerto! Yo lo estuve, puedes ayudarlo.- Vuelve a gritar, esta vez su voz está más cargada de impotencia y de ira.
-No puedo, mi fuerza te la he dado a ti, ahora mismo solo podría salvarlo si poseyese el poder del fuego y no el del agua.
-¡Pues yo lo salvaré!
-¡No! Gabi, no podemos arriesgarnos a perderte de nuevo.- Se apresura a decir Éleon.
-Pero... está muerto Éleon, debo salvarlo.- Contesta Gabi. Las lágrimas brotan de sus ojos incontrolables.
Éleon no responde, simplemente la abraza espera que eso baste. Desearía besarla pero sabe que no puede hacerlo. Quiere con toda su alma que el corazón de Gabi le pertenezca pero no puedes poseer la tormenta.
-Elegida, necesitaréis la fuerza del agua para la batalla final, yo puedo ofrecerosla, si la aceptáis o no es decisión vuestra.- La voz de Elo interrumpe los pensamientos de ambos.
-Pero has dicho que no podemos salvarlo.
-No puedo salvar su alma pero si puedo salvar su energía, su fuerza, su don. Puedo encerrar su poder en un objeto hasta que alguien pueda absorverlo.
-Hazlo.- Responde Gabi con una voz ronca.
Elo se acerca al cuerpo inerte de Adrián, se agacha y con extremada delicadeza toca su pecho, del cuerpo de Adrián brota una pequeña y débil llama azul, del mismo azul que los ojos de Gabriela. Elo junta sus manos y al separarlas surge un destello y tras él aparece un pequeño colgante de cristal y piedra, Elo dirige la llama hacia el colgante y está entra iluminando por un instante el cristal y dotándolo de una intensa luz azul.
-¿Cómo encontraremos a la persona que pueda controlar el don del agua?- Pregunta Éleon abrazando a Gabi.
-El colgante lo encontrará.- Contesta Elo.- Elegida, debo marchar pero estaré cerca, sabré si me necesitáis.
-Puedes irte Elo, muchas gracias. -Las las palabras de Gabi suenan a despedida.

Éleon y Gabriela observan como Elo retorna a su forma original y como ese precioso dragón de cristal se marcha hasta desaparecer en el horizonte dejando trás de si una estela de cristal y nieve.
-Gabi, siento lo de Adrián.
-No importa Éleon.
-Si que importa, tu le amabas y él...
-No, no le amaba.- Interrumpe Gabi.- Tan solo... sentí que con él podría ser yo y me conformé. No le amaba de verdad, pero él a mí si así que me convencí de que llegaría a amarlo.
-Pero Gabi, no puedes hacer eso, el amor es aquello que sentimos sin querer no lo que queremos sentir.
-Venga ya Eleón, ¿dónde has leído eso? Es muy viejo y es un cuento chino. El amor a primera vista, enamorarse con un beso,... lo creeré cuando lo vea.
Éleon no contesta solo se aproxima a ella y coge sus brazos haciendo que Gabi lo mire. Sus miradas se cruzan y Éleon se da cuenta de que los ojos de Gabriela se llenan de lágrimas.
-Quieres dejar de lado los sentimientos, pero eso si que es algo imposible.
-Pero es que tengo que dejarlos a un lado para ser fuerte.
-Eso no es cierto, yo...
-¿Tú qué?
-Yo siento dolor, siento amor, envidia, celos, tristeza y aun así soy fuerte.
-¿De verdad?
-Gabi, siento dolor cuando sé que no serás mía, siento amor cada vez que te veo, sentía envidia y celos de Adrián porque el podía besarte y ahora siento tristeza porque se ha ido y aun así no eres mía.
El silencio se apodera del bosque y oprime sus corazones hasta que un pequeño ruido lo rompe y los hace olvidarse de todo por un segundo.
-¿Qué ha sido eso?- Pregunta Gabriela.
-Ha sido el colgante.
En la mano de Gabi el colgante comienza a moverse y a luchar por liberarse.
-Ha encontrado al nuevo dueño del don.- Dice Gabi extrañada.
-Suéltalo.
Gabriela obedece y el colgante cae al suelo rompiéndose. El fuego azul sale de él y se dirige hacia su objetivo, hacia su nuevo dueño, hacia Éleon.
-Éleon, tu eres el dueño del don del agua.- Son las últimas palabras que Éleon escucha antes de que su vista se nuble y su cuerpo se desplome.